El chofer del camioncito sube la pendiente que lleva a la cima del monte. Va detrás de las copas de los árboles, golpeando las muelles sobre laderas que se vuelven terreno plano. Sol, viento y olor a leña. Allá está el artilugio buscado. De refilón se ven dos chozas, en cuyas afueras está un individuo, quien corre a esconderse, tal vez ante la intrusión.

El chofer sanjoaquinense Jorge Pérez es conocido en la zona, así que nadie se cruza entre la cámara fotográfica y el horno clandestino, hecho con ladrillos y tubos de barro, puesto en el filo de un precipicio. Sirve para obtener un producto muy codiciado en la región: gotas de mercurio.

–¿Mercurio?

–En San Joaquín, como en toda la Sierra Gorda, la gente quema piedra de mercurio en fogatas, creyendo que así va salir de la pobreza–, dice Pérez, guía de la travesía.

“Mucha gente se aprovecha de los buscones. Los he visto desesperados, queriendo vender su mercurio, pero no les sale. Les quieren pagar a 200 o 300 pesos la botellita, siendo que hace poco andaba arriba de los mil; o se los canjean por sacos de frijol. Muchos lo aceptan porque lo necesitan. Está canija la cosa”, señala.

La búsqueda del mercurio es la única actividad medianamente redituable en San Joaquín, así como en otros municipios de la Sierra Gorda, como Pinal de Amoles o Peñamiller.

Sin embargo, advierte, la producción de un litro del elemento provoca que se derriben al menos cinco árboles.

La extracción del mercurio se logra mediante la calcinación de piedra, hasta llevarla a una temperatura de 470 grados centígrados. En hornos profesionales este calor puede alcanzarse en 30 minutos; usando leña, el mismo proceso requiere un tiempo de combustión de ocho horas, con un desperdicio del producto (por evaporación o derrama) de hasta 60%.

–¿Sabe cuánta gente anda en ese negocio?

–Si le digo que todo San Joaquín, exagero, pero sí muchísimos.

MERCURIO Y POBREZA

A partir de 2020, quedará prohibida la comercialización de productos hechos a base de mercurio en el mundo, mientras que su extracción deberá ser suspendida antes de 2030, ordena el Convenio de Minamata, iniciativa del Programa de la Organización de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, avalada por 128 países, incluido México, que firmó en octubre de 2013 y lo ratificó en septiembre de 2015.

No obstante, en San Joaquín, Querétaro, donde la pobreza “moderada” y “extrema” golpea al 75.8% de la población, según el Consejo Nacional de Evaluación a la Política del Desarrollo Social (Coneval), extraer mercurio es todavía “normal”.

El oficio de extractor de mercurio (“gambusino” o “buscón”) existe porque se considera la “única forma de sobrevivencia en las comunidades”, dicen expertos a este diario.

La fuente señala que, en caseríos aledaños a la cabecera municipal, es la principal fuente de ingresos, sobre todo en las zonas mineras de Gatos, Tierras Coloradas, Del Carmen, Otatal, La Barranca, Las Maravillas, así como Los Puerquitos. Las cifras de extracción van de “cuatro toneladas semanales, en el caso de La Barranca” a “dos por semana en Tierras Coloradas.”

DAÑOS AL MEDIO AMBIENTE

Con el objetivo de reducir la contaminación, la tendencia de algunas empresas gira hacia el desarrollo de hornos operados con gas butano; sin embargo, la mayor parte del producto se extrae de manera clandestina, ejecutándola “con la misma técnica que empleaban los españoles para extraer oro durante la Conquista”.

Además de plomo, cobre, zinc y hierro, productos que una docena de empresas mineras extrae en cantidades que fluctúan entre 2 mil 200 y 5 mil 800 toneladas anuales, la Sierra Gorda produce hasta en 11 mil 750 toneladas de mercurio, según reporta un informe de la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte.

Antes utilizado para fabricar termómetros o en la electrónica, el mercurio “ha dejado de usarse en México”, dicen expertos, pero aún tiene mucha demanda en Sudamérica, África y Asia, donde se utiliza para completar técnicas artesanales e industriales en los que se procesa oro. Lo anterior propicia un mercado abierto (y negro) de exportación en México, del cual “se beneficia muy poco Querétaro”, añaden.

El resultado de la extracción se cuenta en daños al medio ambiente, así como en afectaciones a la salud de quienes inhalan las quemazones o tienen contacto físico con el producto.

El estudio más reciente (2015) sobre el tema reporta el hallazgo en San Joaquín de “tres áreas con concentraciones de mercurio superiores a 250 mg/kg, cantidad que rebasa [diez veces] la norma oficial, constituyendo un grave riesgo ambiental”, asegura a este diario su autor, Gilberto Hernández, investigador del Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, campus Juriquilla.

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