Aunque no se arrepiente de haber cambiado de residencia hace tres años (del centro de Santa Rosa Jáuregui a la colonia Linda Vista), Dolores Morales Salinas reconoce que ha vivido momentos de angustia luego de que un grupo de jóvenes golpeó a su hijo sin razón aparente.

Además de la falta de servicios básicos, el miedo también es una sensación que se percibe entre los habitantes. “El sábado de hace dos semanas, son 15 días que golpearon a mi hijo. Yo no estaba en casa porque me tocó trabajar y no supe como estuvo el problema. Fue mi esposo el que me contó que fueron unos 14 chavos los que le pegaron”, revela.

Pese a ser una colonia conflictiva, donde los terrenos baldíos sirven de escondites perfectos para los delincuentes, ella sabe que su hijo “no anda en bandas, ni de delincuente, tampoco consume droga”.

El hijo de la señora Dolores tiene 14 años de edad, pero ya no quiso estudiar. Terminó la primaria y apoya a su madre en todo lo que se necesita en el hogar. Pero aquel día, el 28 de mayo, a plena luz del día, su hijo experimentó una agresión que lo puso en riesgo.

Lo peor, es que no se trató de un robo, “solo creemos que lo confundieron porque llegaron directo a golpearlo, no le quitaron nada”, afirma la mamá del afectado que reconoce que no hay horarios para la intranquilidad de los habitantes de la localidad, “fue alrededor de la 1 de la tarde cuando pasó todo”, platica.

Nunca realizó una llamada a la Policía municipal. “No pude hacer nada, pero él me dice que no los conoce, sólo reconoció que lo golpearon mucho en la cabeza, hasta que dice que se mareó y perdió el sentido”, sin embargo no aceptó asistir al doctor a revisión. “No lo lleve (al médico), no veo que se queje o no me dice que le duele la cabeza, todo quedó en un susto”.

Pero la incertidumbre de que vuelva suceder algo así, contra su hijo u otro miembro de su familia, está latente todos los días, al no vivir seguros ni de día ni de noche. “Después de las 9 o 10 de la noche ya no queremos salir, si acaso a la tienda, pero de repente se escuchan muchos balazos y preferimos quedarnos en casa”, relata.

Sin embargo, la inseguridad solo es una de las diversas problemáticas por las que atraviesan los habitantes de la zona. No hay servicios básicos y también escasea el trabajo.

“Mi esposo a veces tiene trabajo, a veces no; se dedica a la albañilería y para ellos a veces no tienen el suficiente o tardan en encontrar”, cuenta.

Además, Dolores también aporta al ingreso familiar trabajando los sábados y domingos. “No es mucho pero la vamos pasando, le ayudo a una señora a vender antojitos, enchiladas y guajolotes (también conocidos como pambazos) allá por el centro”.

Sin duda, acepta que lo más urgente es la instalación de una red de agua potable entre la gama de necesidades que padecen, sin embargo dice no arrepentirse de haber llegado a la colonia Linda Vista hace tres años, simplemente describe la experiencia como una situación “muy crítica, donde se sufre mucho”.

Google News