Se quedaron solos. Muchos fueron abandonados y otros, simplemente ya no pueden ser atendidos por sus familiares y así, es como llegaron al asilo Divina Providencia AC, 85 abuelitos mayores de 75 años, lugar en el que ahora comparten su vida en compañía de otras personas que fueron dejados en las mismas circunstancias.

Divina Providencia AC, desde hace 101 años presta el servicio de enfermería, fisioterapia y alimentación a los adultos mayores, informó la directora del asilo, María Paz Zúñiga.

“Tenemos 101 años de atender a las personas de la tercera edad, a los abuelitos que así lo necesitan”, expresó.

Este asilo trabaja a base de donativos que realiza la gente como despensas y en algunos otros casos les otorgan dinero para la compra de medicina o cosas que les hagan falta a las personas mayores; sin embargo, les hacen falta pañales y apoyo para el mantenimiento de varias áreas del hogar.

Paz Zúñiga dijo que los adultos mayores que llegan al asilo es porque se encuentran solos, ya que su familia no los puede cuidar o en algunos casos porque cuentan con diferentes enfermedades que les impiden valerse por si solos.

Al crear dicho centro de protección para adultos mayores, se hizo con la intención de poder brindarle a los adultos mayores un espacio donde sientan que conviven como en su hogar, además de encontrar compañía y amistad para culminar su vida.

“Lo principal es que encuentren un hogar donde ellos vivan y puedan morir, el día que así sea, con bien y en compañía”, expresó.

La vida en el asilo

Valente Rafael Cortés Carranza es una persona de la tercera edad, que derivado de su enfermedad de cáncer de pulmón ingresó al Centro de protección para adultos mayores. Había pasado varios días en un hospital cuándo le comentaron que ya no podía estar en ese sitio por lo que tenía que buscar algún refugio.

Luego de investigar diversas opciones decidió que era una buena elección el ingresar al asilo Divina Providencia AC, ya que aseguró, en ese lugar se encuentra un ambiente reconvivencia y paz que no hay en otros asilos de la capital.

“Aquí me siento magnifico, haces amigos, no te sientes aislado como si estuvieras padeciendo una enfermedad solo en tu casa, aquí hay un buen ambiente”, comentó.

Dijo que el servicio de las religiosas y las enfermeras es bueno para todos sus compañeros que se encuentran en el asilo, lo que aseguró hace más amena su estancia en ese lugar.

Al igual que Valente, Edda Portillo Arrioja relató sentirse muy contenta ya que sólo se dedica a convivir con sus compañeros y no tiene que hacer las labores del hogar.

“Aquí tengo muchas ventajas, no tengo escaleras, me hacen todos y yo ya no puedo cargar cosas pesadas ya ni guiso aunque cocinaba muy rico”, aseguró.

Ella tiene tres meses en el asilo Divina Providencia y dice estar muy a gusto gracias a la convivencia que se vive en el asilo, ya que aseguró no en todos los sitios para personas mayores se vive de la misma manera.

Ambos coincidieron en que las personas mayores no deben de temer a estar en un sitio de atención a los adultos mayores o asilo, ya que aseguran es una segunda oportunidad para conocer personas, sentirse como en familia y en compañía de otras personas

No hay que olvidar a los abuelos

Elvia Fernández es voluntaria del asilo la Divina Providencia AC quien va algunas veces por semana para acompañar a los adultos mayores y llevarles alguna golosina o alimentos.

Platicó que las acciones que ella realiza se derivan de que tuvo a su madre, quién ya falleció, en ese asilo y comprendió que los adultos mayores que se encuentran en ese lugar en muchas ocasiones son olvidados por sus familiares.

“Más que un trabajo vengo a verlos porque es muy triste que están muy abandonados por sus familiares”, aseguró Elvia.

Señaló que es necesario que los familiares que tienen a un abuelo o abuela en un asilo no los olviden y los vayan a visitar ya que muchas veces sólo los dejan en estos sitios pero tardan tiempo en irlos a visitar.

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