El señor Carmen Vázquez, mejor conocido como don Carmelo, tiene ocho años vendiendo cuadros a las orillas del mercado Escobedo, afuera de un comercio establecido. Sobre una de las bardas que sostienen las ventanas del local. Apoyado en una muleta un tanto gastada y un bordón que le donaron, extiende su mercancía todos los días para empezar a vender.
Con 77 años de edad y una lesión en las rodillas que ahora le impide trasladarse de manera normal de un lugar a otro. Sólo le queda vender un cuadro de 20 pesos para poder pagar los pasajes y regresar al día siguiente con la esperanza de vender un cuadro de mayor precio, para que le alcance para comprar sus alimentos.
Don Carmelo no tiene permiso para comercializar sus productos, es ambulante y aunque sabe que está trabajando de manera irregular, es la única manera que conoce para salir adelante.
“ Vendo estos cuadros porque estoy discapacitado. Empecé a tener un dolor en la rodilla y me dijeron que ya me faltaba el líquido que tenemos, yo no entiendo, pero me duele caminar”.
Con una mirada triste y cabizbajo, Don Carmelo, dice que no hay quien le ayude, pero recuerda que han sido varias las ocasiones en que fue desalojado por inspectores del municipio de Querétaro, sin embargo, él sigue intentando vender sus cuadros.
Desde hace 10 años, le detectaron una lesión los médicos del Hospital General, pero no ha podido operarse por falta de dinero, pues tendría que ahorrar 50 mil pesos, además que por su edad avanzada, esto también podría ser un riesgo para su salud.
“Ahorita ya no puedo hacer nada. Sólo puedo vender mis cuadros, antes era peón y ahorita no me dan trabajo y ni puedo trabajar”.
Don Carmelo sale diario, alrededor de las 9:30 de la mañana de su casa, en la colonia Bolaños, ubicada en la zona norte de la ciudad. Se lleva cerca de 15 cuadros desde pequeños hasta para fotos “grandecitas para la sala”, los cuales acomoda y amarra con un pedazo de mecate.
Luego lo carga en su espalda para empezar su tramo y llegar a su lugar en el centro, sin embargo, el tramo que recorre es difícil por su edad.
“Me vengo en el camión y luego no me quieren levantar porque como estoy viejo y discapacitado, pago la mitad de lo que piden y no me quieren subir los camiones. Uso la ruta 33, pero es que ya sólo camino con medicina y ahorita también estoy enfermo de la presión alta”.
Sus cuadros los vende a 20, 60 y 140 pesos los más grandes: “Aquí yo me estoy hasta la una y media o dos de la tarde y lo más tarde es a las 3:30 porque si no hay venta para que estoy aquí, ya no puedo estar. Lo que gano es para comer, y son pues puros frijoles o lo que encuentre, yo me hago de comer.”