El tránsito pesado y el estruendoso sonido que emite el tren son afectaciones que ha tenido que soportar la señora Norma por más de 15 años, tiempo que ha vivido a un costado de la zona industrial Benito Juárez, paso obligado del ferrocarril de carga.

Pese a que las maniobras del convoy no tienen un horario fijo, los vecinos reconocen su presencia desde que viene lejos, debido a que el locomotor acciona el silbato en un tono de “mentada de madre”, con la intención de ofender a los peatones, automovilistas y habitantes de la zona, relata.

Comenta que la carga de los vagones no se prolongan más de una hora; sin embargo, es tiempo suficiente para retrasar a las personas que se circulan por el lugar y entorpecer el paso de vehículos.

Para Norma, el principal inconveniente es el ruido excesivo, que considera “grotesco”, porque durante el día lanza ofensas y durantla noche despierta a los habitantes.

“Es muy grotesco para la sociedad, aquí tengo clientes y todo, es una arteria de circulación de ambas partes. Está bien que tengan que anunciar que va a pasar el tren, porque no tienen un sistema de frenado, pero lo que pasa es que pitan en extremo, lo hacen con saña”, dice.

Relata que, hace más de 35 años, ella era una apasionada de observar el paso del convoy, porque su abuelo y algunos tíos fueron ferrocarrileros: “Anteriormente los encargados de la maquinaria eran personas capacitadas en todos los rubros, ahora no están educados para el trabajo, porque hacer ese tipo de cosas deja mucho que desear”.

Recuerda con a ella todavía le tocó viajar en tren: “Los paisajes enamoraban a la vista y el trato del personal era excepcional; sin embargo, lejos quedaron aquellos tiempos, ahora sólo existen para la carga de productos. Muchas veces yo viajé a San Miguel de Allende, era una cosa muy bonita en el trayecto de las rancherías, era un bonito viaje”.

Señaló que, recientemente, un grupo de vecinos acudió a la Dirección de Ecología capitalina para saber si podían sancionar a la empresa ferroviaria debido al abuso y mal uso del silbato por parte de los conductores, pero les respondieron que no tienen injerencia porque es un asunto federal.

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