Frente al templo de la comunidad de San Nicolás se aprecian algunas sonrisas, con motivo de la celebración de una boda.

Pero en las cercanías de la iglesia, sobre las calles Adolfo López Mateos, Lázaro Cárdenas y Héroe de Nacozari abundan las miradas hoscas y desconfiadas, la inquietud y la prisa.

Es el tianguis que como cada domingo se tiende en este pueblo, mercado de baratijas, pero en el que se infiltran comerciantes —lo cuales no están agremiados a la organización local— que apenas trabajan un par de horas, tiempo que suele bastarles para rematar todas sus mercancías:

Un lote de llantas nuevas de auto, a 400 pesos la pieza; un lote de tenis chinos, a 100 pesos el par; un lote de cajas de hojuelas de maíz de marca, a 18 pesos la unidad; un lote de bolsas con dos kilos de frijol sin marca, a 16 pesos; un lote de paquetes de servilletas de papel, a 12 pesos; un lote de ropa interior para dama, a 10 pesos. Y así se ofertan varios productos más.

¿Cómo es que venden tan barato?, pregunta uno que otro curioso, pero la respuesta sólo llega en forma de sospecha: se trataría de mercancía bajada de los trenes; productos que —de tratarse de mercancía robada de las unidades de tren— “vuelan” con la misma velocidad con la que fueron obtenidos.

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