Con la experiencia de más de 15 mil cadáveres meticulosamente analizados en 28 años, el médico Leopoldo Espinoza Feregrino es uno de los servidores públicos más reconocidos que ha dado el estado, tras haber dedicado más de la mitad de su vida al Servicio Médico Forense (Semefo).

El ahora ex forense, actual encargado de Urgencias en el Hospital General y profesor en la Facultad de Medicina en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), relata algunas de las experiencias más relevantes que vivió durante las casi tres décadas de servicio en el Departamento de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de Querétaro.

Difícil resulta no recordar la macabra historia de Claudia Mijangos, La Hiena de Querétaro, quien, en un ataque de locura en 1989, asesinó a sus tres hijos —de 11, 9 y 6 años—, acuchillándolos en innumerables ocasiones.

Espinoza relata: “Ese fue sin dudas el caso más impactante que me ha tocado en toda mi vida; yo siempre lo he descrito como escena de película de terror”.

Además, le tocó mantener acercamiento con Daniel Arizmendi, El Mochaorejas, ex líder de una sanguinaria banda de plagiarios.

“Me tocó hacerle la certificación de integridad física, para verificar que no haya sido golpeado por la policía durante su detención. A mí me llamaba la atención porque yo espera un tipo de esos mal encarados, altotes, fuertes, pero era de estatura bajita. Yo lo relacionaba con Hitler y pensaba que es impresionante que esas mentes tan brillantes se dediquen a cuestiones delictivas”.

También le tocó realizar la necropsia al ex gobernador queretano Rafael Camacho, quien murió de diabetes mellitus; al ex campeón mundial de boxeo Salvador Sánchez, que pereció a los 23 años en un accidente automovilístico.

Pero sin duda, entre sus más destacados trabajos está el relacionado con uno de los personajes más significativos de Querétaro, colaborador fundamental en la Independencia de México: Ignacio Pérez, de quien hoy se conoce su rostro gracias a la labor de Espinoza Feregrino.

El ex forense reveló que tras 28 años la rutina cansa, por lo que ahora disfruta de la docencia y de estar en el Hospital General, y subraya: “También hay que dar oportunidad a las nuevas generaciones”.

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