María Hernández es “marchanta”. Viene de una de las comunidades de Santa Rosa Jáuregui, delegación que se encuentra en la zona norte de la ciudad, y desde hace 45 años decidió salir de su comunidad a la ciudad para poder vender algunas tunas y nopales, para tener un ingreso económico que ayudará a mantener los gastos de su casa.

Es una de las primeras que llegaron a vender al mercado Lomas de Casa Blanca, desde que no había infraestructura, todo era tierra y las personas buscaban consumir productos “que da el cerro”.

Doña María compra su carga, es decir, una caja de tunas y una de nopales a los señores que tienen en su propiedad estos alimentos, el costó de cada una es de 100 pesos y las ventas del día apenas le permiten comprar este tipo de alimentos.

Algunos días llega a ganar alrededor de 80 pesos y hasta 150 pesos los domingos. Vender una caja de tunas le puede llevar tres días porque la situación esta complicada. “Está muy difícil la situación y ya uno no sabe ni qué hacer”.

En más de tres ocasiones ha tenido que tirar a la basura su producto porque se echa a perder por no venderlo, lo que significa una pérdida económica. Doña María paga 36 pesos diarios en transporte y tiene que cargar botes, cajas, manteles y un banco para sentarse, pero lo más importante es pedirle a Dios que alguien le compre alguna bolsita de tunas o nopales.

Trabajo

María tiene las manos marcadas por los cortes de los cuchillos, pero ya no penetran las espinas y dice que el oficio de vender nadie se lo enseñó, desde que era joven aprendió al ver a su mamá y otras señoras para hacer de comer picaban y pelaban tunas y nopales, y ella decidió que se dedicaría a su venta.

Doña María tiene alrededor de 60 años y mantiene a sus dos hijas, que dice “ya están añejas pero no quieren salir a trabajar, ellas mejor hacen el quehacer de la casa”, su esposo ya no vive y se ha vuelto el sostén económico de su familia.

Únicamente uno de sus hijos le ayuda con el pago de la luz, pero es ella quien prepara los alimentos y les proporciona dinero a sus hijas para algunos gastos, aunque a veces no le alcance tiene que hacer rendir el presupuesto.

Dice que el día que no vende no come, por lo que tiene que ir al mercado a ofrecer su producto diario, luego de un suspiro, María menciona que no le queda otra alternativa, y dice que tiene que buscar la manera de obtener algún ingreso para pagar varias cosas de la casa.

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