“Sentí impotencia y miedo al ver cómo iba subiendo el nivel del agua” cuenta doña Maribel Díaz, una de las afectadas por la tormenta que azotó la parte oriente de San Juan del Río las tarde-noche del pasado sábado 28 de mayo.

Con los pies y las manos llenas de lodo y con escoba en mano, doña Maribel no oculta su desesperación e incertidumbre al ver los daños que dejó en su vivienda la torrencial lluvia.

“Vea este panorama tan desolador, la verdad sentimos impotencia. En ese momento en el que veíamos cómo subía el nivel del agua sentimos mucho miedo y ahorita lo que sentimos es incertidumbre por el futuro, no sabemos qué vamos a hacer, cómo vamos a cubrir las pérdidas”.

Desde hace un par de años, doña Maribel vive con su esposo y su hija en la calle Durango número 40 en la colonia México, donde, de acuerdo con el gobierno estatal, 364 viviendas resultaron con afectaciones importantes. Pero más allá de las estadísticas, los daños son evidentes.

Don Víctor, el esposo de Maribel, muestra las marcas que dejó el nivel que alcanzó el agua acumulada de la lluvia, aproximadamente metro y medio. Entre lodo, basura y escombros recorremos la parte baja de la casa. Uno de los cuartos era utilizado como un pequeño taller de costura, un negocio familiar que iniciaron desde hace seis años, cuando migraron de Puebla a San Juan del Río, ya que les aseguraron que aquí estaba bueno el negocio.

“Nosotros somos costureros, hacemos prendas para mujer, como blusas, shorts y faldas. Tenía 11 máquinas y todo el nivel del agua las tapó. En ese momento te desesperas y quieres salvar lo que tienes porque es tu patrimonio, pero llega un momento en el que sólo piensas en salvar tu vida, ya no tienes opción”.

Con algunas heridas en piernas y manos —producto de las tareas de limpieza que ha hecho desde el pasado fin de semana—, Víctor cuenta que su pequeño taller de costura le daba trabajo a seis familias; sin embargo, tampoco oculta su desasosiego porque “los gastos no se detienen, siguen creciendo, pero nosotros sí estamos parados”.

“Ves tus sueños derrumbados pero no hay de otra que sacudirse y volver a empezar. No te puedes venir abajo, tengo que ser fuerte. Imagínate si mi familia me ve chillando, ¿qué van a pensar?”, expresa Víctor.

En la cocina se encuentra Karla, la hija adolescente de este matrimonio, lavando lo poco que se pudo rescatar. Una estufa inservible, trastes tirados y una alacena semivacía son parte del sombrío panorama que vive esta familia.

Ahí, doña Maribel detiene su tarea de limpieza para hacer un recuento de los daños. “Perdimos hasta el coche y con la maquinaria, los muebles y todas las cosas que ve aquí yo calculo que las pérdidas alcanzan los 500 mil pesos” señala.

Dice que con la naturaleza nunca se sabe, pero sí aprovecha para hacer un llamado enérgico tanto al gobierno estatal como al municipal. “No nada más por nosotros sino por todos los habitantes de esta colonia, yo pienso que el gobierno tiene que poner soluciones a largo plazo porque esto puede seguir pasando de aquí a un año o a dos años y le corresponde a las autoridades del estado tomar las decisiones correctas para evitar que esto vuelva a suceder”, concluye.

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