Con la fuerza de un dios del Olimpo, Zeus sobrevivió días, quizá semanas, sin tragar alimento ni beber agua. Pasó días y noches amarrado por el cuello en aquel pequeño patio, rodeado de su propia orina y excremento.
Con la columna vertebral pegada al cuero debido a su bajo peso, el perro mestizo estaba tan débil que no podía ponerse en pie; sólo movía la cola de vez en cuando ante la indiferencia de una mujer que se hacía llamar su dueña, y que lo dejaba morir de hambre y de tristeza.
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En el mismo domicilio vivía Laika, otra perra mestiza que algunos dicen es madre de Zeus, ambos perros son adultos, quizá con más de cinco años.
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La dueña de ambos animales actualmente enfrenta un proceso administrativo ante el gobierno municipal de Querétaro, implica la pérdida de los ejemplares, rendir una declaración y pagar una multa de hasta 250 UMAS.
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Los testigos del rescate animal afirman que la dueña de Zeus se desprendió de él sin ningún problema.
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Laika y Zeus sufrieron años de maltrato y abandono, pero hoy tienen la esperanza de una nueva vida.