De viernes a martes, mañana, tarde y una parte de la noche, ellos están ahí, a la espera.Daniel y su papá, Vicente Romero, han dedicado su vida al reciclaje de materiales y varios artículos, aunque en Querétaro es una actividad que desarrollan desde hace un año y ha sido bien recibida por la sociedad.

Por ejemplo, el domingo pasado un automóvil se detuvo frente al camión de tres y media toneladas en el que se encontraba el joven Daniel Romero.

El conductor bajó del vehículo y se dirigió a su cajuela que abrió y mostró dentro de ella una máquina de escribir eléctrica Olivetti Tekne 3 de color gris.

“¿Te puedo regalar está máquina, es que traté de arreglarla pero no pude probarla con el técnico y ya no sirvió”, expresó el señor al joven que aceptó con amabilidad.

Tomó el aparato de la cajuela y lo llevó rápidamente, porque pesaba, hacia las puertas del camión y después acomodarlo en su interior; mientras el donante volvió frente al volante y retomó su camino.

El camión de Daniel y su papá funciona como centro de acopio para reciclaje de todo tipo de materiales y artículos, que desde hace cinco meses determinaron estacionar en las inmediaciones de la colonia La Joya, en la capital queretana, para ayudar a las personas al llevarse todo lo que los camiones de recolección de basura no se llevan.

Reciclaje, una forma de vida.

Para Daniel la actividad que realiza es normal. Tiene 17 años y espera dentro del camión a las personas para que le entreguen lo que ya no necesitan y lleva tiempo guardado.

Daniel ha acompañado a su papá en su labor de acopio de artículos y materiales.

Su padre, durante algunas horas de la mañana y mediodía, lo deja para irse a recorrer algunas calles con un carrito en busca de más cosas que puedan reciclar, ya sea que las encuentre en el camino o se las entreguen los vecinos de la zona.

El camión llama la atención por sí solo, atrás de él no hay nada más que un largo terreno lleno de hierbas a un costado de la carretera de cuota a Celaya, cerca del entronque con Prolongación Zaragoza, y delante de él, el inicio de la calle Dolores del Río que cruza la colonia La Joya. Un lugar en el que se instalaron apenas hace cinco meses.

En el costado y la parte posterior del camión están colgadas unas lonas con el mensaje de los artículos que reciben así como dos números telefónicos, que están a disposición de los queretanos.

Mientras su padre no está, Daniel platicó a EL UNIVERSAL Querétaro que él tiene toda la vida en esta labor.

“Desde siempre he estado en esto por mi papá, en este trabajo que desde hace más de 20 años realiza, pero empezamos en la Ciudad de México”, contó.

Y aunque don Vicente realiza su recorrido, el joven recordó que su padre conoció todo el ambiente del reciclaje gracias a su abuelo, quien trabajó por mucho tiempo como empleado de limpia dentro del aquel entonces, Departamento del Distrito Federal.

“Mi abuelo fue barrendero y mi papá anduvo con él desde niño también, así fue como supo de todo esto del reciclaje”, recordó.

“Agarramos todo lo que nos traen”.

Antes de que llegaran a dejarle la máquina de escribir Olivetti, Daniel hojeaba una revista de las que recién le habían llevado. Papel, revistas, archivo muerto, lo aceptan por igual.

También reciben cartón, PET, envases de plástico duro, latas de aluminio, aparatos electrónicos, en cualquier estado, fierro viejo, ropa y demás artículos tienen un lugar dentro de la caja de tres y media toneladas de madera y acero, en la que la familia Romero recolecta los materiales hasta que se llena, aproximadamente cada semana.

Siete días tardan en llenar el camión, que padre e hijo mueven por las noches para llegar al otro lado de la carretera donde han podido aparcar su vehículo dentro del estacionamiento de una plaza durante estos meses. Ahí lo dejan pasan la noche en el cuarto que rentan para dormir.

Una vez que llenan su camión se dirigen a San Juan del Río, donde venden los materiales a las grandes recicladoras y de donde sale su ganancia.

El camión lleno, comentó Daniel, deja más de 2 mil pesos de ganancias a los Romero, un ingreso semanal libre de gastos de comida y gasolina y reveló que utilizan 25 litros de combustible, en promedio.

Destacó que las latas de aluminio son los artículos por los que obtienen más ingresos, las recicladoras compran cada kilo de este material en 16 pesos, aproximadamente.

El PET también es otro de los materiales que mayor ganancia deja, a los Romero se los pagan por encima de 4 cuatro pesos cada kilo. Le siguen el fierro viejo, el cartón y todo tipo de papel, este último lo pagan por igual ya sea blanco, archivo muerto, periódico o revistas.

Además, Daniel mencionó que le llega de todo y todo lo agarran. “Incluso hay quien nos pide que nos llevemos cascajo, nos lo llevamos, ahí sí cobramos porque nosotros lo llevamos al tiradero”, detalló.

El joven recordó que en una ocasión una señora que se acercó a él, en su coche, y le dio una bolsa.

“Me dijo ahí va algo para ti y se fue, ya cuando lo revisé era un teléfono celular que servía bien y no tenía nada, estaba casi nuevo”, compartió.

Grandes diferencias.

Actualmente, en la Ciudad de México el gremio de vendedores de fierro viejo debate la entrada en vigor de una nueva ley para el trato de residuos sólidos, algo que ya no le tocó a Vicente y Daniel, puesto que ya habían salido de la capital mexicana.

Sin embargo, lo que los hizo buscar nuevos horizontes, fue precisamente la gran cantidad de personas que en la Ciudad de México se dedican a la misma labor.

“En primera, el camión por el modelo que es ya no circula; también ya son muchos los que se le dedican a esto, además el mercado se ha reducido bastante, porque ya son contadas las zonas donde puedes escoger o hacer este tipo de actividades, por eso mejor decidimos buscar por otro lado”, expresó Daniel, quien terminó su secundaria y en Querétaro buscará ingresar al bachillerato para continuar con sus estudios.

Mientras hay que trabajar, agregó que tras salir de la Ciudad de México tenían como destino el estado de Zacatecas “porque allá mi papá tiene familia”.

Sin embargo, al pasar por Querétaro decidieron quedarse a probar suerte y hasta ahora su labor ha sido bien recibida. “Nos quedamos por casualidad, un día que ya no teníamos recursos y a darle”, confesó.

Cuando llegaron a Querétaro decidieron que el primer lugar en donde se instalarían sería Lomas de Casablanca, “pero antes no tenía los letreros, esa fue una idea que surgió de repente desde que estamos en La Joya”.

Su área de oportunidad, Daniel y su papá la encuentran en este estado por la diferencia que existe en la recolección de basura con respecto a la capital del país.

“Allá [en la Ciudad de México] es un negocio redondo, los que recogen la basura en las casas juntan todo, cartón, papel, aluminio pero también cobran por llevarse cosas como televisores o aparatos que no funcionan, muebles o ese tipo de cosas que no son basura precisamente y no les conviene que ande gente como nosotros; pero aquí la recolección es distinta porque los camiones no se llevan ese tipo de cosas que a veces la gente saca y ahí es cuando las recogemos además de lo que nos traen directo al camión”, expresó Daniel.

Lo que hacen, dijo, afortunadamente es bien visto por los vecinos, entre las cosas que más les llevan están el papel, aparatos electrónicos y cartón.

El reciclador aseguró que ni la policía ni los inspectores municipales se oponen a la labor que hace junto con su padre.

“Los policías nos dicen que podemos estar aquí mientras no haya queja de los vecinos; por su parte la gente del municipio nos dice que sí estamos beneficiando a las personas, no tienen inconveniente de que estemos aquí, así que no hemos tenido problemas desde que llegamos a La Joya, incluso muchas personas nos dicen que está bien que lo hagamos, yo en lo particular creo que en vez de andar robando o en malos pasos, prefiero ganarme el sustento honradamente, echándole ganas”, aseguró el joven.

La familia a distancia.

Daniel es el menor de los tres hijos que tiene don Vicente y su esposa. La mamá del joven vive en Ciudad de México, “porque ahí es donde tenemos nuestra casa, está con mis dos hermanas que son más grandes que yo y ya trabajan, como quiera la van llevando con los gastos que surgen allá”.

No obstante, Daniel y su padre tratan de ir un par de veces al mes a visitar a su familia, cuando ahorran lo suficiente para pagar el autobús de ida y vuelta.

Pero por ahora no está en sus planes regresar nuevamente a la Ciudad de México, aunque padre e hijo tampoco saben con exactitud cuánto tiempo más permanecerán en Querétaro, donde no les ha ido nada mal.

Es por eso que Daniel y don Vicente esperan en su camión a las personas con las cosas que ya no ocupan, de viernes a martes, mañana, tarde y una parte de la noche.

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