Especialistas en arqueología, etnohistoria y etnografía participaron en una investigación multidisciplinaria que permitió a la localidad de Sombrerete, en el municipio de Cadereyta, Querétaro, conocer sus límites territoriales y antecedentes históricos.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó que fue a petición de la propia comunidad de origen otomí que se realizó este trabajo de investigación, y ante la necesidad de los pobladores de registrar los bienes culturales materiales e inmateriales asociados con su territorio.

Ello, en virtud de que la Merced de Tierras consigna la existencia de vestigios arqueológicos, monumentos históricos, narrativas orales y acervos documentales asociados al territorio.

Después de la localización de dos documentos del siglo 17 y 20 facilitados por las autoridades locales, se conformó un grupo de expertos en diversas disciplinas para analizar y explicar su contenido.

El primero, explicó el INAH en un comunicado, se trataba de Merced de tierras —del siglo XVII—, obtenido del Archivo General de la Nación (AGN), una transcripción paleográfica de tres expedientes que contienen papeles auténticos los cuales delimitaban el territorio en 13 parajes o marcas.

Textos virreinales.

El documento prueba que antes no había presencia otomí en territorio queretano y que este pueblo indígena llegó ahí gracias a la colaboración con la Corona Española. El documento fue otorgado por la autoridad virreinal, junto con una dotación de tierras, a milicianos de origen otomí, por participar en la guerra contra los chichimecas y como reconocimiento por prestar servicio a la Corona.

Ricardo Jarillo, etnohistoriador del INAH participante en la investigación, resaltó que “lo interesante del documento es que enmarcaba referentes espaciales que delimitan lo que hoy es propiamente la comunidad de Sombrerete”.

En cuanto al segundo documento, se trata de un título agrario que marcaba los límites del territorio de la comunidad, aunque mostraba una superficie menor al texto colonial e incluso dejaba abiertas áreas en conflicto para su posterior resolución.

A partir de la legislación agraria, resultado de la Revolución Mexicana, añadió el historiador, muchos pueblos de origen indígena ampararon el otorgamiento del ejido o una tenencia comunal a partir de documentos virreinales, fechados entre 1722 y 1769.

Evidencia rupestre.

El antiguo documento también da cuenta de la presencia de grafía rupestre en nichos rocosos, tanto previa como posterior a la llegada de los españoles.

El arqueólogo Carlos Viramontes constató esto luego de visitar cinco sitios arqueológicos: cuatro con manifestaciones gráfico rupestres y uno con estructuras arquitectónicas. Entre los estilos gráficos identificados destaca la Tradición Pintada México Semiárido, que data de 700-800 d.C. hasta el año 1600, aproximadamente.

Las etnógrafas Azucena Rivera Aguilar y Antonieta González Amaro advirtieron que el expediente certificado por el AGN refiere a testimoniales de concesiones de tierras por parte de la autoridad novohispana, en este caso el virrey, a particulares.

Declararon que no se trata de “tierras de bienes comunales”, aunque se pueden considerar como el antecedente del poblamiento novohispano y su continuidad en el siglo XIX en el territorio que hoy ocupa Sombrerete.

Asimismo, se recuperaron relatos de historia oral en torno a la organización y prácticas comunitarias, así como los elementos identitarios que sustentan su cultura y cohesión social hasta la actualidad.

TEMAS RELACIONADOS