Los comercios foráneos arrebatan la clientela a las muchas casitas-fonda de Amealco, donde la autoridad sólo les deja servir café y refrescos a sus visitantes.
Redacción
Acompañar un plato de guajolote en mole con un tarro de pulque es una tradición en la tierra amealcense.
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Sobre la mesa del cliente yace un robusto muslo de güilo inmerso en un mar de la típica salsa amealcense cocida con 17 ingredientes.
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El criador de guajolotes Ramiro Reyes cree que el corredor del mole y del pulque de Amealco podría ser “un cuento”-
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La estricta reglamentación sobre el consumo de bebidas alcohólicas desfavorece al pequeño comercio.