La noche ha caído y en torno a la Catedral metropolitana el ambiente ha cambiado, un viento helado comienza a soplar y una fina lluvia acompañada de bruma se hace sentir, justo cuando una misteriosa mujer con la cabeza cubierta con un velo y las manos enguantadas se acerca a uno de los extremos del lugar para reunirse con un grupo de caballeros que ya la esperan.

Si bien se trata del productor Antonio Calvo, los actores Odiseo Bichir, Alejandro Tommasi, Juan Carlos Colombo, Fabián Pazzo y Patricia Perrin, ellos aseguran que este tipo de situaciones son comunes cuando La dama de negro se hace presente, tanto arriba como abajo del escenario.

“Siempre preguntan, ¿es cierto que suceden cosas extrañas cuando están representando? Y les contesto, no sé si a mis compañeros pero a mí sí… me persigno tres veces antes de entrar a escena”, compartió Tommasi.

Desde cámaras que captan fantasmas, figuras femeninas con mirada penetrante en las piernas del escenario, hasta la sensación de alguien que los toca en la oscuridad sin que nadie esté cerca son algunas cosas que han pasado en esta puesta en escena que hoy cumple 25 años ininterrumpidos en cartelera.

“Al mes de estrenar la obra a Germán Robles lo aventaron del escenario (del Teatro Arlequín), eso estuvo muy fuerte, como de poltergeist. Era un domingo, lo avientan cae en las butacas y se rompe la cabeza del fémur, se detuvo la función y don Germán me dijo en la ambulancia ‘no puedes parar esto por nada del mundo’. El viernes que sube a suplir Humberto Dupeyron y también lo avientan sobre la pared y se hizo un chichón; hasta que llevamos un médium que calmó las cosas”, contó Antonio Calvo.

Las energías que se mueven con esta historia escrita por Susan Hill no se quedan estáticas en un solo sitio, viajan con el elenco y la producción donde sea que se presenten, y Odiseo Bichir da testimonio de eso, cuando en el Teatro Morelos de Toluca sintió en carne propia el terror.

Estaban algunos compañeros técnicos checando sonido, algunos cambios de luz y yo estaba en el camerino acomodando mi vestuario y utilería, de pronto se apaga la luz, pensé que estaban haciendo pruebas de oscuros pero sentí inquietud de sentirme solo, lejos del resto del equipo, así que como pude me acerqué a la puerta del camerino y no la puede abrir, entonces que sentí el contacto de una mano enguantada en encaje, por poco se me escapaba el grito y cuando vino la luz no había nada y se abrió la puerta”.

Patricia Perrin, quien tiene 25 años de encarnar esta espectral figura, tampoco ha escapado de las “travesuras” del ente o los entes que los acompañan.

“Siempre soy la última en irme del teatro porque en lo que me quito la caracterización ellos ya están en su casa viendo futbol; entonces estaba lavándome la cara en el baño con la puerta cerrada y de pronto se abre con fuerza, cuando quiero cerrarla se da un forcejeo, pero no había nadie, traté de buscar una explicación pero no la hubo”.

Curiosamente ninguno de ellos ha pensado en dejar esta obra, a pesar de los sustos y encuentros paranormales que viven casi en todas las funciones, ya sea con un niño vestido de marinero o la mujer vestida de blanco que muchas veces la gente logra ver en el escenario.

“Hay un enamoramiento con la obra, porque la gente puede decir, estás en esa obra de tres pesos, pero nos ha dado de comer a todos, nos ha dado muchas satisfacciones, nos ha llevado de viaje, teatros llenos, nos ha dado muchas felicidades. Haré otras cosas pero regresaré, es como tocar home”, señaló Alejandro Tommasi.

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