La vida de un niño adoptado es vulnerable. Vive en constante incomodidad y es obvia su incapacidad para compartir sentimientos con aquellos ajenos a la propia sangre. Porque siente que carece de lugar en el mundo.

Billy Batson (Asher Angel), de 14 años, tiene ese incapacidad. Siempre fugándose, se integra a la familia de Freddy (Jack Dylan Grazer), inteligente y juguetón chico minusválido acosado en la escuela. A quien defiende ya que nada ni nadie lo intimida.

Así como súbito es su nuevo hogar, súbito es su encuentro con el Mago (Djimon Hounsou) quien le transmite ciertos poderes siguiendo el trámite de decir “¡Shazam!”. Esto lo lleva a convertirse en el superhéroe homónimo (Zachary Levi) de vistoso uniforme rojo con brillante relámpago amarillo en el pecho, llamativas muñequeras y botitas y corte de pelo pasados de moda.

No importa.

Es éste un personaje de cómic creado en 1939 por C. C. Beck & Bill Parker, en principio llamado Capitán Trueno, luego Capitán Maravilla, y por conflicto legal con la empresa de cómics vecina, acabó en Shazam. Claro, tuvo su serie de episodios para matinée: Capitán Maravilla (1941). Ahora en su tercer largometraje, primero de gran presupuesto, David F. Sandberg pone al día la mitología de ¡Shazam! (2019).

El argumento gira en torno al origen del personaje, cuyo peculiar nombre deriva de encarnar la sabiduría de Salomón, la fuerza de Hércules, la resistencia de Atlas, el poder de Zeus, la voluntad inquebrantable de Aquiles y la velocidad de Mercurio. Dones recibidos por Billy. Quien tiene una sesión de aprendizaje de los mismos con Freddy en esta cinta —que nunca pierde la sonrisa—, llena de detalles deliberada y graciosamente cursis.

Hace 80 años este cómic fue popularísimo gracias a ser el primero en tener a un adolescente de protagonista. O sea, al público natural del ahora reconocido noveno arte. En la actualidad, la abundante solemnidad apocalíptica de este popular género deja poco espacio para la diversión. Gracias a Sandberg, ¡Shazam! es en gran parte una comedia casi pícara hecha con mucho ingenio. Conserva por ello el punto de vista, las peripecias, el descubrimiento de los poderes; la relación toda entre Freddy y Billy/Shazam en nivel de constante relajo adolescente: interesa más ver cómo intentan ser independientes en lugar de su enfrentamiento con el villano de la historia, el doctor Thaddeus Sivana (Mark Strong, tomándose en serio el papel para ser lo opuesto a la pareja de simpáticos bufones).

La historia, escrita por Henry Gayden & Darren Lemke, es un juguete donde abunda el entretenimiento. Por eso su estilo visual es digno del cómic original (sensible foto sin pretensiones de Maxime Alexandre). Lo mejor, maneja una variedad de momentos: de terror y suspenso cuando Billy recibe los poderes del Mago, de tenso policial cuando enfrenta a los abusadores de Freddy y huye, de risa desatada mientras trata de controlar las habilidades recibidas, de violencia en cuanto aparece Sivana.

En ¡Shazam! Sandberg impone la levedad. De esta forma actualiza con inteligencia para el cine contemporáneo un viejo estilo de cómic al que rinde homenaje. Es un digno, divertido y notable filme que siempre da en el clavo. Uno de los mejores del llamado Universo Ampliado DC, hecho con el interés secundario de pisarle los talones a Capitana Marvel (para mantener al día la rivalidad Marvel vs. DC). La combinación de buenas actuaciones y fresco estilo cinematográfico logran una película de verdad fuera de serie.

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