Van con pañuelos verdes, que no trapos, como lo calificara la diputada Lily Téllez. Caminan por las calles del primer cuadro queretano pidiendo igualdad de género, justicia para los crímenes en su contra, legalización del aborto. En otras palabras, las mujeres piden libertad de decidir por ellas mismas sobre sus cuerpos y sus vidas.

El llamado a la marcha por el Día Internacional de la Mujer es a las 16 horas, pero inician la caminata poco después de las 17:15.

Son más de 300 mujeres que salen a las calles a manifestarse, entre otras cosas, contra las políticas públicas que las criminalizan, contra las leyes que les quitan sus derechos, contra la injerencia de dogmas en las decisiones de gobierno.

Llevan tambores, algunos improvisados con garrafones de agua. Muestran las cartulinas con consignas en las cuales exigen respeto a sus cuerpos.

Algunas mujeres que no participan en la marcha, las miran. Algunas con curiosidad, otras confundidas. Ninguna indiferente.

Los policías cortan la circulación en Corregidora, el contingente de mujeres avanza ante la mirada de turistas y residentes. Las consignas no paran. Hablan de acabar con el patriarcado, con la violencia de género, de la falta de libertad de decisión sobre sus cuerpos.

Cuando llegan frente al templo de San Francisco hacen un alto. Las consignas ahora son en contra de las posiciones del clero ante la interrupción del embarazo.

Ahí permanecen varios minutos, exigiendo respeto a su libertad de elegir. También hay algunas cartulinas contra la diputada local Elsa Méndez, quien en las últimas semanas ha encabezado una campaña “en defensa de la vida”, que la llevó incluso a confrontarse con el diputado federal, Gerardo Fernández Noroña.

Las mujeres avanzan rumbo al jardín de la Corregidora, sitio emblemático de reunión de las manifestaciones convocadas por los diferentes colectivos y organizaciones feministas.

Ahí, llevan a cabo un mitin. Colocan sus mantas y cartulinas en el suelo y leen un manifiesto donde piden respeto a su derecho a la libre manifestación, y el rechazo a cualquier acto intimidatorio y violencia física que vaya contra sus derechos fundamentales.

Una de las oradoras, quien no se identifica, es quien lee el manifiesto. Luego, una más abre el micrófono para que cualquiera de las asistentes pueda dar un mensaje. Una mujer toma el micro y pronuncia unas palabras a las presentes, quienes la escuchan atentas.

Luego el mitin concluye con la retirada de las mujeres que salieron a tomar las calles sin miedo, unidas, como una sola, para decir que quieren ser libres de decidir sin ser criminalizadas, que se quieren vivas, que “vivas las queremos”.

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