“Dependiendo del tamaño del oso es el tamaño de la culpa”, suelen decir quienes regalan peluches en estos días a sus parejas para celebrar el 14 de febrero. Alexia Morales atiende un local en las inmediaciones del mercado de La Cruz, donde los peluches, principalmente osos, se venden y cuyos precios van desde los 55 hasta los 3 mil 150 pesos.

Desde la calle de Garibaldi, cuando se camina por la acera, llaman la atención los osos de peluche, la mayoría color beige, y de tamaño monumental. No sólo son los osos, también hay algunos personajes de algunas películas populares entre los jóvenes y niños.

Dentro Alexia y Juan Miranda atienden el local, que además vende mochilas y otros productos. Sin embargo, el mayor espacio del negocio lo ocupan los osos, la gran mayoría de manufactura nacional.

Alexia explica que la mercancía se compra en la Ciudad de México, para ofrecerse luego en Querétaro, aunque una semana previa al 14 de febrero, fecha en la cual aumenta la venta de los “plantígrados abrazables”, principalmente entre los adolescentes y jóvenes, sus principales clientes en estas fechas.

Indica que la semana previa al 14 de febrero las ventas “están tranquilas”, pero conforme se acerca la fecha los clientes acuden con mayor frecuencia, “ya desesperados, como buenos mexicanos, dejamos todo al final”, destaca.

La joven vendedora explica que los osos son los regalos clásicos por tradición en estas fechas entre los jóvenes novios, aunque en el caso de los osos “full size” se requiere de un amplio espacio para poder transportarlo.

Los enormes peluches están recargados en un muro de la tienda, que apenas abrió en septiembre pasado en la zona. Juan Miranda cuenta que el dueño de la tienda buscaba un lugar para abrir una tienda de ese tipo en la zona, con la suerte de que un día, pasando por el sitio, se dio cuenta que rentaban el local, aprovechando la oportunidad.

En tanto, Alexia explica que en La Cruz tienen abierto desde septiembre pasado, por lo que, como cualquier negocio que inicia, tratan de tener un amplio surtido, para atraer clientes, para que éstos tengan de donde elegir, y no se queden con la idea de que sólo hay un modelo de peluche.

“De lo que se trata es de tener mayor variedad. A lo mejor ahorita no se ve tanto porque como tenemos poco tiempo aquí, todavía tenemos que aclientar el local y todas esas cuestiones, para que conforme a eso tratar bien a la gente y mejorar nuestro trabajo, con la atención”, comenta.

Alexia agrega que los precios de los peluches, tanto nacionales como importados, tienen los mismos precios, pero sólo cambian los materiales con los cuales están elaborados.

Destaca que hay peluches que cuestan desde 55 pesos hasta de 3 mil 150 pesos, que en este caso son los osos “full size”. Justamente estos osos de gran tamaño son los nacionales. El tamaño de cada oso es enorme, quizá cercano a los dos metros parados en sus patas traseras.

La mayoría son parecidos, aunque los detalles finos, como la nariz, el cojín que portan con una frase, los hace distintos.

La joven vendedora explica que la diferencia entre un peluche nacional y uno importado de China son los acabados, pues mientras los primeros son elaborados de manera artesanal, con el zurcido a mano, los provenientes de oriente, hechos con maquinaria y en grandes números, lucen puntadas perfectas, y estampados exactos, pero sin el estilo peculiar del trabajo artesanal.

Agrega que muchos peluches importados se pueden distinguir de los nacionales por los detalles. Pone como ejemplo un peluche de un tigre, importado de China y que tiene detalles realistas, mientras que otro que vendió en días pasados, de manufactura nacional, no estaba tan detallado.

Alexia sonríe y su rostro adquiere un ligero rubor cuando recuerda que a ella misma algún novio en la adolescencia le regaló un oso de peluche. Ríe y dice que no era muy grande, “la culpa no era tan grande”.

Ella, confiesa, también ha regalado peluches, pero de un tamaño más compacto, “no tan exagerado. No me sentía tan culpable”.

Una joven, de no más de 20 años de edad, entra a la tienda, buscando un peluche atractivo, que la convenza para regalar a un amigo o amiga, o quizá novio o novia. Alexia se pone a sus órdenes, mientras la chica observa los peludos artículos.

Agrega que los clientes, cuando llegan a la tienda lo primero que buscan es la calidad y los acabados de los productos, para luego ver el precio de los productos, “independientemente que sea un peluche u otra cosa, lo primero que checan es que tenga calidad el producto y que vaya compensando con el precio. Llegan preguntando de todo lo que se imaginen”, comenta.

Otra cosa importante en la tienda, dice la joven, es que tienen sistema de apartado, lo que brinda la posibilidad a muchos clientes de comprar con facilidades, para medir los gastos.

Tanto Alexia como Juan coinciden en que los principales compradores de estos peluches monumentales son jóvenes de entre 14 y 18 años de edad, quienes son, piensa Alexia, los que viven con mayor ilusión el primer amor.

Juan dice que muchos jóvenes, para poder comprar un regalo en estos días, trabajan en lo que pueden, como hacer mandados, además de que unos y otros “se echan” la mano para comprar los osos, pues en ocasiones acuden en grupo para comprar uno, y tiempo después regresan por otro.

A Juan, con más experiencia en el área de ventas, apunta que en toda su carrera dedicándose al comercio, sólo una ocasión ha visto a un adulto llevar peluches, “se compró uno grande y uno mediano. Todos los demás son puros chavos”.

Mientras llega el día, Alexia, Juan y los osos esperan pacientemente la llegada de los clientes, quienes con el propósito de quedar bien con sus parejas, demostrar su amor o pedir perdón llegarán con un oso, unicornio o tigre, quizá de gran tamaño o pequeño, pues como suelen decir: “el detalle es lo que cuenta”, aunque también dicen que “el tamaño sí importa”.

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