El día llegó para miles de fieles que puntuales a la cita llegaron al templo de la Congregación para festejar a la Virgen de Guadalupe, sin importar el frío, el cansancio y las incomodidades.

La calle de Pasteur es testigo del arribo de los devotos a la Morenita del Tepeyac, quienes desde temprana hora confluyen hasta el templo desde todos los puntos cardinales, para a la medianoche entonar las mañanitas en su día, luego de 486 años de su aparición a San Juan Diego.

Los puestos de antojitos mexicanos ofrecen la cena para los fieles, quienes muchas ocasiones salen de sus empleos y se dirigen al templo. En estos días se ven las muestras de devoción más emblemáticas del catolicismo en México.

Los guadalupanos llegan con imágenes de la virgen para bendecir y objetos de fe que luego protegerán los hogares queretanos.

El templo abarrotado no da cabida a todos los fieles, quienes en ocasiones tienen que estar en la calle para participar en la Misa de Gallo, a la medianoche, la cual es precedida por el estruendo de los fuegos artificiales que iluminan la fría noche queretana, la cual está a siete grados Celsius.

Devoción.

Familias completas desafían el frío y la noche para estar con la Guadalupana y agradecer los favores recibidos a lo largo de este año, que pueden ser desde curarse de una enfermedad, obtener un empleo o pedir por el hijo que está en Estados Unidos, por la nuera embarazada o que les vaya bien en le negocio que emprendieron.

La devoción a la Guadalupana no sólo se expresa en la Congregación. Fieles queretanos, del municipio de San Joaquín, partieron el pasado 8 de diciembre al Tepeyac, llegando un día después a ese santuario.

Otra forma de demostrar la devoción a la Virgen de Guadalupe es la que llevan a cabo devotos de Jalpan de Serra, quienes participan en el Maratón Guadalupano de Querétaro a Jalpan. Caminan alrededor de 200 kilómetros sólo movidos por la fe en la Guadalupana.

En el caso de Ángel Omaña García, la intención es pedir que cuide a su hijo, que apenas hace dos semanas partió hacia Estados Unidos, en búsqueda de mejores oportunidades de vida.

Ángel es uno de los organizadores de la carrera, en la que toman parte este año alrededor de 70 fieles, que corren por lapsos hasta aquel municipio serrano, para llegar a las 23:30 horas del 11 de diciembre, justo a tiempo para la primera misa del día en honor a la virgen de Guadalupe.

Este año es especial para él, pues en lo personal agradece a la virgen permitirle tener a su familia, además de agradecer lo recibido en este tiempo.

“En lo personal, pido por la protección para un hijo que está en Estados Unidos, acaba de irse. Igual que el sueño de muchos de nuestros queretanos, de muchos mexicanos que tienen que migrar hacia el vecino país, para tener otras oportunidades de trabajo. Eso es lo que le pido para este año, su protección para este hijo que tengo en Estados Unidos”, explica.

Los ojos de Ángel se humedecen al recordar a su hijo, Juan Ángel Omaña, de 26 años de edad, quien radica en San Antonio, Texas.

“Él tiene la carrera de negocios turísticos, nada más que las condiciones de trabajo le obligaron a buscar el recurso para posteriormente regresar a nuestro país y poder tener su empresa de turismo”.

A la distancia, Ángel le dice a su hijo que espera que le vaya muy bien en el proyecto que emprendió, “sabes que acá tu padre te apoya”. La voz de Ángel se quiebra, se despide y sigue con los preparativos para el maratón, que partió de la Casa del Peregrino Queretano, en el centro de la capital del estado, rumbo a Jalpan, las 3:00 horas del lunes 11 de diciembre.

Los 70 jalpenses que correrán se preparan, como desde hace 21 años, para salir horas más tarde. No son sólo ellos los que van, también participan alrededor de 20 choferes quienes conducen las camionetas que son parte del maratón. Una de ellas lleva una imagen de la Guadalupana, será la que vaya al frente de los corredores marcando el camino hasta el municipio corazón de la Sierra Gorda.

En comunidad.

Manuel Ledezma es su anfitrión en la Casa del Peregrino. Les tiene todo preparado para que cenen algo caliente y descansen un poco, antes de partir a media madrugada en su andar.

Rosario Zepeda, originaria de Jalpan, también participa en el maratón, movida por la fe a la Guadalupana. “Tengo cuatro años que vengo. Se lo dedico a mis papás. Mi papá vive y mi mamá hace dos años falleció”, dice la mujer.

Explica que corren en grupos de 10 personas. A veces se corren unos metros, a veces unos cientos, pues “la tirada es larga”, son 206 kilómetros, los mismos que separan a Querétaro de la Ciudad de México.

Apunta que en el camino van cantando, echando porras, y a veces, “cuando hay niños por donde pasamos, a ellos les da la emoción de que vamos cantando, llevamos dulces y les damos”.

El arribo a Jalpan, dice, es a las 23:30 horas, aproximadamente. Los reciben con una misa para la Virgen de Guadalupe. Señala que el sentimiento cuando llegan a Jalpan es difícil de describir con palabras, “se siente muy bonito, no tienes palabras para explicar lo que se siente”.

Agrega que este año se apuntaron para participar en este maratón más personas que el año pasado, en 2016 sólo fueron 45 personas, y ahora son 70. Hay una edad mínima para participar, es de 10 años, pues es un tanto peligroso para menores de edad, a pesar de que llevan seguridad en cada municipio por donde pasan, así como una ambulancia que los acompaña en todo el recorrido y que nunca ha sido necesaria.

“La Virgen es de todos, nos da la fe, no hay palabras para explicar, porque la emoción es muy grande. La fe es algo muy misterioso”, puntualiza Rosario.

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