A toda velocidad una rata corrió por el restaurante de Juan Pablo, ubicado en el Centro Histórico de Querétaro. El roedor atravesó las mesas más divertido que asustado, porque esos animales están tan acostumbrados a salir de las alcantarillas, que ya no le temen a los humanos.

Los comensales se miraron anonadados, algunos con los pies todavía en el aire, sobre todo las damas, con las piernas flexionadas y despegadas del piso, con el temor de que otro ladronzuelo de comida se escabulla por los suelos.

En una pequeña oficina al fondo del establecimiento de comida, el dueño escucha, abochornado, el estruendo causado por sus clientes, por la presencia de los roedores, se imagina lo peor.

Aquel mal rato ocurrió el año pasado en el restaurante de Juan Pablo, pero podría repetirse justo ahora en cualquier establecimiento del Centro Histórico, porque la fauna nociva, como las ratas y cucarachas de alcantarilla, son cosa de todos los días y todas las noches en esta parte de la ciudad.

“Es un problema que ninguna administración se atreve a solucionar”, comenta el empresario.

Un fabricante de muebles, que tiene su taller cerca del primer cuadro de la capital, dice “Yo no me voy a vivir al centro porque ahí las tuberías están llenas de ratas, todos saben eso”.

Para la mayoría de comerciantes y vecinos no es casualidad ver a las ratas salir a pasear y tomar el aire por ahí de las 10 de la noche, y dependiendo del hambre que tengan, es que entran a uno u otro local, sea de comida o no.

Están en azoteas, andadores, incluso en tubos de ventilación. El Centro Histórico de Querétaro, orgulloso Patrimonio de la Humanidad, está infestado de ratas, dicen los comerciantes que día y noche, durante todo el año, invierten tiempo y dinero en combatirlas.

Algunos cuentan que cuando una de las fachadas de una casona, ubicada en la zona se reblandeció y se cayó por las lluvias, “Salieron fácil unas 5 mil ratas, no creo estar exagerando”.

Eduardo es otro comerciante establecido en el centro desde hace 20 años, cuenta que tiene que fumigar cada mes para evitar que cucarachas y roedores se apoderen de su negocio de comida, los gastos rondan entre 2 mil pesos mensuales.

“Esto de la fauna nociva nos pega muy fuerte en la imagen, siempre tienes el temor de que se presenten estas cosas, que son ajenas a nosotros porque es un problema histórico de la ciudad. Si de algo me enorgullezco es de la limpieza en mi negocio y mis clientes lo saben. Lidiar con el problema es difícil porque cuando menos piensas, las ratas ya hicieron un boquete en alguno de los muros. Mi negocio lo cierro a las 10:30 de la noche y a esa hora es el desfiladero de ratas”, abunda.

“Hemos optado por meter reja de gallinero en los drenajes, hasta ahorita se ha solucionado el problema al interior del negocio, pero pueden entrar incluso perforando los muros, buscan la manera de entrar, siempre tenemos que cuidar que todo esté en buen estado. Le hemos pedido a Marcos Aguilar que atienda el drenaje, ese es el problema, es muy viejo, es increíble que no se solucione el problema mayor”, expresa.

Pero este no es problema exclusivo de dueños de fonditas y restaurantes. Las ratas jalan parejo. También se cuelan en el local de Pilar, quien vende mochilas escolares y artículos de piel. Su negocio forma parte de la casa de sus papás, así que el problema es doble.

“Yo no vendo alimentos pero tengo el mismo problema, porque las ratas andan en la azotea y se meten al negocio, lo que hemos hecho es poner trampas pegajosas, pero suben y bajan por el tubo de desagüe y así es más difícil que caigan. Desde que yo recuerdo siempre ha existido esta plaga de ratas, no es nuevo”, revela. 
Todos los comerciantes que comparten sus historias a este medio, sueltan pequeñas risitas y carcajadas cuando hablan del delegado del Centro Histórico, José Alejandro Agustín Luna Lugo, reprueban que se haga el desentendido con el asunto de las ratas, ¿Cómo puede no saberlo? preguntan con tono irónico.

Luna Lugo ha señalado a medios de comunicación que no conocía dicha problemática, y mencionó que los locatarios podrían ocasionar la presencia de ratas y cucarachas por desechar restos de aceite en las coladeras. También mencionó que ningún comerciante ha realizado una petición formal para solucionar el problema. 
Mientras, Pilar tiene en su negocio al menos 10 oficios que han sido entregados al delegado en los últimos meses, en los que piden más control sobre el ambulantaje, la limpieza, la seguridad, pero nada cambia. “¿Para qué hacer una petición formal sobre un problema que hemos tenido siempre? Yo ya me cansé de pedir y pedir y que nada pase”, comenta.

“Cada que cambia una administración es empezar desde cero, porque los pocos avances que hay, se acaban con el cambio de gobierno. Es algo verdaderamente agotador. Si al delegado realmente le interesaran los problemas del centro se haría cargo de la situación. Hace unos dos meses hablamos con él sobre el ruido, sobre robos en el centro, y le dije al delegado que no hay más ciego que el que no quiere ver, es lo mismo con esta situación, entonces ¿Cómo puede no saber esto de las plagas? Yo ya me cansé de poner los reportes porque a las autoridades no les interesa”, platica Pilar.

El tema fue puesto sobre la mesa por Alfonso González Hurtado, presidente de la Asociación de Comerciantes Establecidos del Centro Histórico, durante un evento oficial del gobierno municipal, donde se pidió a los locatarios que se apeguen a lo establecido en el reglamento, en relación al tamaño y apariencia que deben tener los anuncios de cada negocio.

En su momento, González Hurtado señaló que los locatarios tienen disposición para cumplir, pero señaló que hay aspectos que siguen sin resolverse en el Centro Histórico, como la inseguridad, robos y asaltos a negocios, ambulantaje y la fauna nociva.

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