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Christophe Deloire: "México, tan mortífero como Siria o Afganistán"

“La impunidad impera y tal nivel de impunidad actúa como aliciente para aquellos que buscan matar periodistas porque consideran que nunca serán juzgados”, señala el secretario General de Reporteros Sin Fronteras

Foto tomada de Twitter
22/05/2017 |11:44
Redacción Querétaro
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Los asesinatos de periodistas en México lo igualan  al nivel de violencia  de Siria o Afganistán, aún sin estar en guerra. Es el primer lugar entre los países más letales para ejercer el periodismo en América Latina.

Estos hechos permanecen en total impunidad, y por ello, quienes cometen agresiones a periodistas se sienten envalentonados porque saben que nunca serán juzgados, señala Christophe Deloire, secretario General de Reporteros Sin Fronteras.

En entrevista con EL UNIVERSAL, apunta que México necesita medidas y cambios concretos, no más discursos, para proteger a sus periodistas y su libertad de prensa, tales como la erradicación de la burocracia que permea en la aplicación del mecanismo de protección y las investigaciones que realiza la Fiscalía Especializada de Atención a los Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE).

La organización ha detectado que, tanto el mecanismo como la fiscalía especializada, muchas veces resultan disfuncionales y actúan de manera improvisada ante las agresiones y homicidios contra periodistas.

Como  ejemplo de ello cita el anuncio del presidente Enrique Peña Nieto, derivado del asesinato del periodista Javier Valdez, que demuestra que “no es posible seguir improvisando sino que se requieren medidas concretas” para solucionar el problema que enfrenta la prensa mexicana.

¿En qué nivel está la libertad de prensa en México?

—México está, desafortunadamente, en el lugar número 147 de 180 países, lo que es claramente una mala situación. Es el tercer país más mortífero, a nivel mundial, para los periodistas.

Si observamos la última década 100 periodistas han sido asesinados en México. En muchos estados resulta peligroso investigar casos relacionados con el crimen organizado, puesto que  pueden ser asesinados, amenazados, muchas veces en sus domicilios, otras veces aparecen  colgados en los puentes.  Esto es una situación de locura para los periodistas que realmente sólo tratan de hacer su trabajo en esos lugares.

En el último año seis periodistas han sido asesinados y aún no hay ningún responsable, ¿en qué situación nos coloca esto?

—En México, cuando los periodistas son asesinados por causa de su labor, en muchos de los casos, las investigaciones son insatisfactorias, la impunidad impera y tal nivel de impunidad actúa como aliciente para aquellos que buscan matar periodistas porque consideran que nunca serán juzgados así que el gobierno federal y las autoridades estatales tienen una responsabilidad conjunta en todo ello.

Se creó un mecanismo y una fiscalía especializada para atender los delitos contra los periodistas y brindarles protección pero, desafortunadamente, ambos son disfuncionales y en algunos estados hemos detectado que operan de manera improvisada. Las medidas anunciadas por el presidente Enrique Peña Nieto, luego del asesinato del periodista Javier Valdez, demuestran que no es posible seguir improvisando, que se requieren medidas concretas.

¿Qué medidas son estas?

—Cuando revisamos el mecanismo notamos que a pesar de que muchas personas debían estar trabajando en las investigaciones, en la práctica no es así, son pocas personas las que se dedican a recolectar evidencias, levantar testimonios, realizar entrevistas. Entonces, es  importante trabajar en la racionalización de los recursos del mecanismo y mejorar los procesos de investigación para que la gente que trabaja en el área  sea más eficiente.

El gobierno mexicano anunció el reforzamiento del mecanismo de protección para periodistas y defensores de derechos humanos; sin embargo, este año no se asignó ninguna partida presupuestaria para este, ¿qué podemos esperar de esto?,  ¿Será posible tener una solución real?

El gobierno debe reexaminar el peso político que puede significar no establecer medidas y cambios concretos. Estamos llenos de palabras y discursos que afirman que habrá mejoras, pero este es el momento para que México trabaje en ello. Sabemos que hay muchísimos problemas para la sociedad mexicana relacionados con la violencia y los homicidios pero si los casos de asesinatos a periodistas se mantienen no será posible resolver otros problemas que enfrenta la ciudadanía, actividad en la que el periodismo es fundamental, incluyendo, por supuesto, los problemas relacionados con la violencia en general.

Entonces, ¿estamos en un nivel de estado de guerra?

—México es un  país  que amamos, pero si vemos las cifras de los asesinatos de periodistas se asemeja a otros países en guerra, es casi como Afganistán y Siria, incluso, cuando ves las cifras México está en primer lugar entre los países más mortíferos de periodistas en América Latina. Hay una lógica de guerra contra el periodismo, así que las autoridades deben ejercer sus responsabilidades para que los periodistas estén protegidos y aplicar las resoluciones de la ONU.  De otra manera la violencia permanecerá en toda la sociedad mexicana.

Como país, ¿en qué estamos fallándole a nuestra prensa?

—Cuando ves las formas en que las autoridades encargadas de proteger a los periodistas están plagadas de una gran burocracia, esto es equiparable a un “obstáculo oficial”que afecta la salvaguarda de estos profesionales. Las personas que se encargan de realizar este trabajo de protección no están debidamente preparadas, por eso se debe realizar una reforma para que las policías estén mejor preparadas para ello.

¿Cómo puede ayudar la sociedad civil a proteger a su prensa?

—Sabemos que es muy difícil para la sociedad civil, pero creo que debe entender que la libertad de prensa y la seguridad de sus reporteros garantiza que todos aquellos dispuestos a luchar por los derechos de los demás continúen haciéndolo, eso es en lo que debemos enfocarnos, no perderlo de vista y no dejar de difundirlo.

¿Cómo ve el mundo a México?

—Desde mi punto de vista, el resto del mundo percibe a México como un gran país, lo aman. Pero los niveles de violencia son suficientes para coartar la libertad de prensa y el derecho a saber de la sociedad. Desafortunadamente en muchos estados del país los periodistas son persuadidos para que no investiguen ciertos temas, a menos que estén dispuestos a correr altos riesgos.

¿México se puede convertir en un punto de enfoque mundial sobre los homicidios de periodistas?

—Claro, México representa un ejemplo, desafortunadamente uno malo, respecto a la seguridad de periodistas. Tenemos que decir que en el mundo se sabe que muchos periodistas mexicanos son unos verdaderos héroes; yo he conocido a algunos que  me han dejado impresionado por los altos riesgos que están dispuestos a tomar para realizar sus investigaciones en ciertos estados, a pesar de que saben que  están expuestos a ser asesinados, de que conocen las amenazas y el alto precio que puede significar cumplir con su deber y continuar con sus investigaciones.