Hoy es uno de esos días que atacan el alma. Es como si el cielo lo supiera y se uniera a la pena de vivir en la obscuridad. No quiero pensar de otra forma. No quiero pensar en un cielo cruel que hiciera las horas más aletargadas, que hiciera los minutos eternos y los segundos un infierno. El lento caminar del tiempo. El lento danzar de las sombras alrededor del reloj imaginario de las horas negras. Las incansables horas negras que toman el alma en sus manecillas y recorren el 12 al 12 sin piedad, sin descansar”.

Así, de forma desgarradora, comienza el libro Las horas negras de la fotoperiodista Patricia Aridjis; si las letras no sacuden lo suficiente, están las imágenes de las mujeres que viven en la cárcel femenil. Fotografías poderosas que retratan la soledad, desesperación, hastío, la maternidad tras las rejas y la vida cotidiana de las presas, captadas en blanco y negro por la fotoperiodista nacida en Contepec, Michoacán, que ha ejercido por casi 20 años.

Este viernes a las 17:00 horas inaugurará en la Alameda Hidalgo, de la capital de Querétaro, una exposición de fotografía documental que se nutre de Las horas negras y Arrullo para otros, sus más recientes publicaciones.

En ambas obras se retrata, a través de imágenes sensibles y algunas hasta dolorosas, la vida de dos sectores de mujeres: Las horas negras gira alrededor de las internas de la cárcel; mientras que Arrullo para otros se enfoca en las trabajadoras domésticas o nanas.

También participará en el conversatorio 219,000 horas de luz, junto con los fotógrafos Demian Chávez, Margara Dehaene y Ricardo Azarcoya, en la Galería Municipal Rosario Sánchez de Lozada, a las 18:30 horas.

Patricia Aridjis, quien ha exhibido su obra en China, España, Portugal, Estados Unidos, Canadá, Perú y Polonia, platica en entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL Querétaro, previo a la inauguración de su exposición monumental, que forma parte del Festival Santiago 2017.

Dos obras muy interesantes, Arrullo para otros y Las horas negras, exploran la maternidad desde una situación difícil. ¿   Están relacionadas o son independientes?

Yo creo que sí tienen cierta similitud, son, de alguna manera, condiciones difíciles de la maternidad, pero también de dos roles femeninos. En el caso de Arrullo para otros, es una maternidad sustituta, porque son mujeres que dejan a sus hijos al cuidado de alguien más o un poco al garete, por ir a cuidar niños ajenos; se ven obligadas por sus circunstancias sociales y económicas.

En el caso de Las horas negras, comencé a hacer ese trabajo porque me llamó la atención que las mujeres vivieran ahí con sus hijos. Me pareció muy fuerte esta disyuntiva a la que se enfrentan: el tener a sus hijos ahí con ellas que, bueno, la cárcel no es el mejor lugar para que un niño esté, o dejarlos afuera, pero en quién sabe qué derroteros quede su vida. Entonces sí creo que hay mucha similitud.

Los dos son trabajos documentales que requirieron bastante tiempo; no es la inmediatez de los medios de comunicación. ¿Qué se requiere de forma personal para ser un fotógrafo documental?

Yo creo que ponerse en los zapatos del otro. El fotógrafo es testigo de su tiempo, retrata la situación económica, social o personal que está viviendo; entonces, creo que el fotógrafo documental de alguna manera mira al otro, ve al otro, se empata con el otro. Creo que por ahí va la fotografía documental, hablar del otro, pero también hablar de sí mismo. Creo que en todos los trabajos, de alguna manera, uno se fotografía a sí mismo, porque es la postura que uno tiene ante el mundo.

¿Hay tiempo para este tipo de trabajos tan de largo alcance, cuando los medios de comunicación cada vez se vuelven más fugaces?

Yo creo que una cosa es la fotografía de prensa y otra la documental. Son primas hermanas, pero la fotografía de prensa tiene como fin principal la información y tiene esa característica de la inmediatez. Con la foto documental te puedes dar más permisos a nivel autoral, es una fotografía más interpretativa, puede incluso tomar otras disciplinas como complemento, como el cine, performance. La fotografía documental y de prensa, ambas son de corte social, pero creo que la documental tiene esta posibilidad de tomarte el tiempo necesario, y la de prensa no te da esa posibilidad, porque siempre está la exigencia de lo inmediato y la mayor parte de las veces caduca muy rápidamente; aunque hemos visto fotografías periodísticas que han pasado a la historia y que son ahora parte de la historia de la humanidad y de la fotografía.

¿Por qué le interesaron estos dos temas, el de las trabajadoras domésticas y las mujeres presas? ¿Cómo fue su aproximación?

Pensé en hacer algo sobre este tema de la maternidad y la cárcel, pero vi que daba para mucho más. Si bien la maternidad es un aspecto muy importante, también hay otros que merecían ser fotografiados, como la soledad, solidaridad, la vida cotidiana, la intimidad. En el caso de Arrullo para otros, primero me interesé en el trabajo doméstico, pero después me llamó la atención el tema de las niñeras, que tiene que ver con la maternidad también.

Al final lo que sucede es que cuando desarrollas un proyecto encuentras otros aspectos. Me di cuenta de que sí, estaba yo hablando de la maternidad, pero había otro tema mucho más fuerte, más poderoso todavía, que es la diferencia de clases, que es un tema muy dentro de nuestro México, que es un país de contrastes, incluso de racismo velado, lo tenemos muy naturalizado, del que no nos sentimos tan identificados y que existe.

He llegado a la conclusión de que no es un tema de buenos o malos, no es que los ricos sean malos por ser ricos ni los pobres buenos por ser pobres, son dinámicas sociales que se van generando, que tenemos naturalizadas y que tenemos desde la época de la Colonia. Creo que Arrullo para otros habla de este tema medular, que es la relación entre las mujeres y los niños que cuidan, pero también igualmente importante es la diferencia de clases.

¿Qué crees que significó para las internas de Las horas negras este trabajo, en donde retrata su dolor, desesperación, su vida cotidiana dentro del Cereso? ¿Qué te decían, cómo se veían a través de tu lente?

Fue muy interesante porque no puedes meter fotografías a la cárcel. Yo hice una exposición y fue bien interesante la retroalimentación, porque fue la primera vez que se vieron y para mí era muy importante su reacción, porque si bien es cierto que la fotografía documental tiene esta parte de mirar al otro, de ponerse los zapatos del otro, pues nunca llegas a pertenecer, siempre eres un testigo nada más. Estás ahí, te involucras, tratas de ser lo más comprometido con la situación, para mí sí era muy importante saber su opinión.

Cuando exhibí las fotografías les pedí que escribieran textos relacionadas con las imágenes, eso fue muy enriquecedor. Siempre hay esta cosa de la foto documental donde no sabes hasta que momento involucrarte, si finalmente cumple con su cometido. Hay fotógrafos con los que yo coincido que si alguna imagen conmueve al espectador entonces ya es ganancia. Para mí se cumple con el cometido, porque por un lado ya se veían reflejadas (las internas) en la fotografía y, por otro lado, la gente me ha hecho comentarios sobre lo que les conmueve este aspecto de la cárcel. Yo escribía también lo que escuchaba y una mujer cuando la fotografié me dijo: “Retrátame porque es la única manera que tengo de salir de aquí”. La fotografía tiene algo de liberador.

¿Cómo te involucras con temas sensibles? ¿ Cuando sales del lugar o llegas a tu casa, cómo desprenderte del tema?, ¿puedes hacerlo?

Yo creo que nunca te desprendes, para mí la verdad es que la fotografía no es solamente el acto de tomar una foto. Es todo el camino que recorres para llegar a ella. En este caso, te acercas a un determinado estilo de vida, conoces gente, estableces lazos, al final del día te marca como persona y fotógrafa.

Me parece que con el libro de Arrullo para otros hiciste esta transición más marcada de lo analógico a lo digital. ¿Cómo te sentiste, cómo fue este proceso?

El trabajo en la cárcel lo hice todo con analógico, llevaba mi cámara y no llevaba otro instrumento de auxilio, buscaba la luz y estaba preocupada por otros asuntos técnicos. En el caso de Arrullo para otros, casi todo el trabajo lo hice con luces de estudio y pues si te relacionas de una manera distinta, porque tienes esta posibilidad de ver la imagen en ese instante y eso, por un lado, es favorable, pero por otro lado no tanto, porque a veces lo técnico te gana y sentí que me perdía momentos importantes. Pero sí fue muy distinto el proceso. Creo que el cuarto oscuro me parece un proceso muy bello, pero también tiene una parte muy interesante la foto digital, que responde al mundo de la rapidez y que estamos viviendo ahora. Creo que cada fotógrafo tendrá que decir con qué de todo trabaja. Para mí son dos herramientas igualmente importantes y valiosas.

¿Cuáles son tus próximos proyectos a corto plazo?

Estoy trabajando en algo que se llama Mujeres de peso. Es la primera vez que exploro esta idea del cuerpo y del desnudo. Estoy fotografiando a mujeres con sobrepeso, en un trabajo que tiene que ver con la percepción del cuerpo, y la idea surgió por esta exigencia social que hay hacia la mujer de siempre tener una imagen estereotipada, donde todas nos compramos esta idea de imagen de que tiene que ser delgada, bonita, joven, arreglada todo el tiempo. Entonces, estamos fotografiando a mujeres con sobrepeso y les pregunto cómo viven su sexualidad, como se relaciona con este cuerpo con la sociedad y a sí mismas.

Con este trabajo que estás haciendo de Mujeres de peso serían tres libros sobre mujeres, ¿te está llamando tu género para definir tu trabajo?

Sí, yo creo que como te decía, la fotografía documental tiene esta cuestión de mirar al otro, pero a la vez te estas mirando a ti misma. Creo que estos trabajos tienen que ver con lo que estoy viviendo ahora como mujer, desde la madurez que tengo. Yo creo que por eso es que estoy tan involucrada con este tipo de temas.

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