Atlanta.— Debido a que los Patriots y los Rams disputarán mañana el trofeo Vince Lombardi, la comparación con el Super Bowl XXXVI ha sido obvia, al señalar el 3 de febrero de 2002 como la noche en la que nació la dinastía de Nueva Inglaterra.

Exactamente 17 años después aún queda la impresión de que el mayor obstáculo de los californianos para ganar el Super Bowl es el mismo Super Bowl.

Desde el lunes, Los Ángeles ha actuado como si fuera su primera vez en el gran juego, lo que no es verdad. Esto sí: en su plantilla, sólo cuatro jugadores han pisado el escenario más importante que tiene la NFL en el año.

En las calles de Atlanta y en los diversos espacios de las festividades de la semana, los aficionados de los Rams han sido superados por la robusta nación de Nueva Inglaterra y por los seguidores de equipos que ni siquiera fueron contendientes en Playoffs.

Tom Brady y Bill Belichick, establecidos como los mejores en lo que hacen, y Jared Goff con Sean McVay, como las figuras que podrían remplazarlos, hacen que el encuentro de mañana simbolice una dinastía dando vueltas alrededor de donde comenzó, tratando de cerrar con un triunfo.

“Ningún aficionado de los Rams está esperando una derrota, pero ninguno se extrañará si eso sucede. Vamos contra un gran equipo, el mejor en la historia y debemos estar conscientes de eso”, señaló Jan Marcus, seguidor de los californianos, quien viajó a Atlanta sin tener un boleto para el partido.

La experiencia podría ser la mayor ventaja de los Patriots. La falta de ella sería la mayor desventaja de los Rams.

Los Ángeles se presentó con todo el movimiento de la semana: miles de cámaras, reporteros, fotógrafo y aficionados. Nueva Inglaterra disfruta de un ambiente familiar que sopla con aire de victoria por la confianza que tiene un equipo de saber lo que se tiene que hacer en el Super Bowl.

cetn

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