Doña Coco es una de las más grandes aficionadas del equipo Gallos Blancos. Entre su colección se encuentran fotografías con jugadores que han pasado o que permanecen en el Querétaro FC, además de camisetas autografiadas, pero, sobre todo, colecciona anécdotas.

Muchos jugadores estiman a doña Coco y la quieren como si fuera una segunda madre, uno de ellos es Orbelín Pineda, el canterano de Gallos Blancos regresó a Querétaro cuando fue fichado por las Chivas y no dudó en visitarla.

“En una ocasión, un 24 de diciembre, yo estaba muy triste en mi casa porque no iban a estar mis hijos; tocaron a mi puerta y fue una sorpresa porque era Orbelín con su hermano Onay. Se me abrió el panorama, los invité a pasar, me dijeron que iban a felicitarme y me invitaron a su casa, me hicieron sentir muy bonito”, asegura.

Durante el torneo de Clausura 2020 los Gallos Blancos sorprendieron en la Liga MX al tener un buen inicio, aunque después se vinieron abajo con una racha de derrotas, hasta que la liga tuvo que parar después de la jornada 10. Nada nuevo para la afición queretana quienes siempre han estado en las malas y en las peores con el equipo.

“Al principio como que se estaban acomodando, nos estaban dando buena expectativa, pero tuvieron un bajón pues no sé qué les pasó, y nosotros también nos vinimos para abajo, pero son mis Gallos y hay que estar en las buenas y en las malas con ellos”, menciona Coco.

Una afición aguantadora

La historia de Gallos Blancos en el futbol mexicano está plagada de injusticias, de falsas promesas de directivos, de malos desempeños en lo deportivo, de administraciones desinteresadas en que el equipo crezca; de todo ha pasado en el equipo del Corregidora, por lo que su afición se ha caracterizado como una de las de mayor aguante, mismo que los aficionados han trasladado fuera de la cancha, Y hoy ante esta pandemia no es la excepción, personajes como doña Coco nos recuerdan que el futbol está presente en la mayoría de los ciudadanos que día a día luchan por salir adelante.

“Mi mensaje para las personas que tienen su negocio y que tienen que cerrar es que aguanten, recuerden y vean la televisión, hay países que están peor que nosotros, ahora en Querétaro debemos darle gracias a Dios de tener salud, con eso podemos salir de todo, porque los mexicanos somos bien chingones”, expresa.

Hace frente a la pandemia

Doña Coco es dueña desde hace 32 años de un negocio de antojitos frente a las oficinas de la Usebeq. Quesadillas y tacos de guiso son la especialidad de este comercio al que asisten, desde hace varios años, algunos jugadores del equipo Gallos Blancos de Primera División; quienes además se han convertido en amigos íntimos de la aficionada.

“Hace años cuando los muchachos entrenaban en el Corregidora bajaban y se echaban un taco, el primero que llegó a mi puesto fue Julio Nava, él empezó a llevar a los jugadores que estaban en aquel tiempo, bajaban y se juntaban varios. Me contaban de sus entrenamientos o algunas anécdotas, y me fui sintiendo parte de ellos y empezaron a ir de forma más frecuente”, menciona.

De lunes a sábado, de 08:00 a 15:00 horas el comal y la camiseta siempre están bien puestos; la señora Coco no recuerda cuándo fue la última vez que tuvo que cerrar su negocio, siempre ha sido muy constante, y aunque ella no se encuentre presente, sus ayudantes mantienen en pie la venta, pero la pandemia que se desató desde hace un par de meses hizo cerrar el negocio, que ya es considerado por algunos un emblema de la afición plumífera.

“Yo soy muy vaga y más con mis gallitos, si ellos van a una parte, yo me voy dos o tres días antes, dejo mi negocio en manos de mis muchachas, nunca cierro más que el 25 de diciembre y el 1 de enero; todos los días se abre esté yo o no. Pero ahora con lo que está pasando tuve que cerrar porque bajó la venta, tengo tres trabajadoras y pues tuve que improvisar algunos días, si daba la una de la tarde y no se vendía, hacíamos quesadillas y las mandaba a la Cruz Roja y al Hospital del Niño y la Mujer, pero ya luego no las quisieron recibir que por seguridad, nos salimos y les dimos esas quesadillas a la gente que estaba afuera”, dice.

Al acabarse las posibilidades de venta tuvo que tomar la decisión de cerrar su negocio, además por su seguridad y la de sus trabajadoras, lo mejor fue colgar la camiseta y hacerle frente a la pandemia desde casa. Con empatía y responsabilidad, doña Coco está consciente de que mucha gente en México vive al día por lo que cerrar un comercio como el de ella implica la pérdida de un ingreso para sus trabajadoras, es por ello que se ha mantenido pagándoles semanalmente.

“Yo estoy bien económicamente pero el pagarles a mis muchachas me desequilibra un poco, pero no me pesa, les sigo pagando porque sé que ellas viven al día. Hay que dar gracias a Dios de que uno tiene y si ellas me ayudaron en algún momento hay que regresarles un poquito, así soy de esos sentimientos”, señala.

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