Teresa López Barroso tiene un lugar dedicado en su hogar para sus trofeos de karate. Son tantos que ya se enciman unos con otros. La mayoría los consiguió en Estados Unidos. Están los que la declaran como campeona de la temporada del circuito de Norteamérica y hasta medallas de un Campeonato Mundial. Un palmarés que ha forjado a lo largo de ocho años.

“Cuando empecé a entrenar karate mi primer objetivo era llegar a ser cinta negra. Posteriormente me invitaron a un torneo internacional en 2007, el Abierto de Estados Unidos. Lo primero que me impresionó es que había 40 áreas de combate, cuando yo estaba acostumbrada a ocho en promedio. Competí y gané el tercer lugar en formas y ahí me entró la idea de que una mexicana podía estar en el primer lugar”, recuerda Teresa López Barroso.

Tras esta primera experiencia internacional, Tere, como le dicen de cariño, dejó de tomar el karate como un hobby y lo convirtió en una disciplina. Le comentó su inquietud de mejorar a su sensei, Rafael García, perteneciente a la escuela de David Márquez, en Satélite, y sus horas de entrenamiento aumentaron de forma considerable.

Para su segundo torneo, su participación le llamó la atención al canadiense Michael Palitti, de la National Martial Art Circuits, quien le ofreció ser su principal patrocinador y el apoyo para pagar fichas de inscripción de torneos y hospedaje en las sedes de éstos.

“Fue en el torneo del Quebec Open cuando se me acercó Mike Palitti y me ofreció ser parte de su equipo. Me dio mucha emoción. Le dije que sí, sin saber lo que conllevaba. Se trata de traer el logo del patrocinio en el karetegi, el uniforme que portamos”, recuerda.

Pese a sus éxitos en la disciplina, Tere no limita su dedicación exclusivamente al karate También funge como directora de Operaciones del Hospital Ángeles Lindavista, un puesto que le exige tiempo completo, por lo que sus entrenamientos se dividen en dos sesiones, antes y después de laborar.

“Un día común para mí es levantarme a las seis de la mañana, hago un poco de cardio, abdomen, algunos ejercicios de karate, me baño y me voy a trabajar a las ocho. Trabajo de nueve a siete de la noche. Llego directamente a la escuela de karate a las ocho de la noche y ahí entreno hasta las 10 de la noche, todos los días. Los sábados entreno cuatro horas por la mañana”, relata López Barroso, quien para poder ir a sus torneos, que son por lo menos una vez al mes, pide días en su trabajo, a cuenta de vacaciones.

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