SAN ANTONIO.— Integran un pueblo especial, marcado por los códigos, para el que escuchar su lengua materna es sinónimo de paz.

Son los inmigrantes avecindados en la que llaman la “ciudad más mexicana” de Estados Unidos, esa en la que hablar español representa un peligro.

Eso explica que varios se comuniquen en inglés, pese a portar su amada camiseta verde. Hacía casi una década que el Tricolor no jugaba en el Alamodome, por lo que nadie quiere perderse la actuación de los dirigidos por Miguel Herrera, sin importar las ausencias de los consentidos Javier Hernández, Giovani dos Santos, Guillermo Ochoa y Andrés Guardado.

“Tenemos que hablar el idioma de acá, porque nunca sabes quién te puede estar escuchando”, comparte Jorge “S”, quien prefiere el anonimato, mientras no finalice el proceso que le permitirá exorcizar a los fantasmas que le persiguen desde hace casi una década, cuando decidió llegar a una urbe en la que, se estima, habitan poco más de 700 mil mexicanos. El nacimiento de su hija Norma ayudará a lograrlo.

“La mayoría de los mexicanos que están aquí tienen dinero, mucho... No sufren. Si hablan en inglés es por su gusto”, añade. “Pero habemos algunos que todavía no estamos legalizados y debemos protegernos”.

Persecución que pasa a segundo término, gracias a la presencia de ese equipo que parecía olvidarse de un sitio fuertemente impulsado por la mano de obra mexicana, y hasta los dólares que dejan habitantes de Nuevo León y Tamaulipas, quienes gustan de comprar en los centros comerciales texanos.

San Antonio está, en promedio, a cinco horas de Monterrey, si se viaja en automóvil; Nuevo Laredo, sólo a tres. Destino favorito de los mexicanos, ya sea para gastar o vivir. Auténtica extensión del país, según sus habitantes “con más sabor que Los Ángeles”.

“Siempre se ha pensado que allá existe más influencia de México, pero no es cierto”, asegura Arturo González, médico cirujano en una clínica de San Antonio. “Acá hay cinco o seis estaciones de radio que sólo pasan música ranchera... Por ejemplo”.

Lo que explica la gran entrada en el Alamodome, gigante de concreto que empieza a ser obsoleto en un país de primer mundo. Hace varios años que los Spurs, franquicia del baloncesto de la NBA, se mudó a una arena más moderna. Hoy, sólo es empleada para convenciones y exposiciones... Hasta que Soccer United Marketing (SUM), empresa que organiza los partidos del Tricolor de este lado de la frontera, y la Federación Mexicana de Futbol se acordaron de la gigantesca colonia de mexicanos radicada aquí.

Fortalecida por quienes llegan de Austin y Houston. La mayoría habla en inglés, pero sólo es mera protección. Basta con ingresar a las tribunas del inmueble y ver a los hombres del Piojo para que los corazones se cimbren y broten sin control las lágrimas.

El éxtasis se completa con la entonación del Himno Nacional Mexicano. Entonces sí, la letra concebida por el poeta Francisco González Bocanegra provoca que el español aparezca con naturalidad. Es el triunfo de un pueblo especial, marcado por la necesidad de esconder sus raíces en pos de tranquilidad. El desempeño del Tricolor es simple aderezo. Poder gritar desenfrenadamente en la grada es el verdadero tesoro.

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