La marea roja arrasó a los Tiburones. Cruz Azul estreno su playera escarlata, destazó al Veracruz —al golearlo 4-0— y así continuar de líder, invicto y de plácemes en su 50 aniversario en Primera División.

Ante un frágil rival, los Cementeros se vieron superiores, avasalladores, fueron una maquinaria encendida que fue aplaudida por su gente que volvió a entrar al estadio y lo lleno.

Un buen primer tiempo fue suficiente para convertir al escualo en simple charal, que envuelto en disputas internas perdió el invicto, el honor y hasta la aleta. Cruz Azul, a pesar de sus ausencias, fue práctico y contundente.

Joao Rojas, el mejor de la parte inicial, anotó el primero. Luis Amaranto Perea, con todo y festejo materno, anotó el segundo; Mariano Pavone, muy a su estilo, el tercero y Marco Fabián se estrenó en Liga con los celestes y marcó el cuarto.

La parcela izquierda de Veracruz fue una auténtica avenida para Cruz Azul; por ahí entraron la mayoría de los ataques cementeros en el primer tiempo, por ahí Rojas hizo lo que le dio su gana en beneficio de los locales.

El ecuatoriano desbordó en tres ocasiones a Adrián Cortés, ex jugador de La Máquina; en las dos primeras, sus centros llegaron un poco más tarde que Pavone y Mauro Formica. En el tercero el centro fue medido, pero El Tanque remató desviado.

En el cuarto, Rojas se cansó de servir, y dispuso hacer la jugada él solo. Se quitó a Cortés, que era como quitarse a nadie, dejó pasmado a Jiménez y tiró, el balón quedó muerto por el rechace de Hugo Cid, pero el portero Édgar Hernández ya se había lanzado. Rojas volvió por el balón, al que sólo tuvo que empujar al fondo de la portería (28’).

Fue un justo premio para unos azules que ayer fueron rojos. Los Tiburones buscaron no perder y lo pagaron muy caro.

Cruz Azul fue mejor y aunque tardó, lo reflejó en el marcador.

Enseguida del gol de Rojas, Veracruz se desplomó. Ángel Reyna, peleado con el presidente Fidel Kuri, era un tiburón solitario en medio de una marea roja. Poco le daban el esférico y poco hacía cuando la tenía.

La Máquina insistió. Formica la tuvo de cabeza y Hernández la tapó; enseguida no pudo salvar el cabezazo de Luis Amaranto Perea, que puso el 2-0 en el marcador (38’). Y para acabar con la fiesta en la primera parte, Pavone se quitó la malaria y anotó el tercero (45’).

Veracruz buscó reaccionar en el segundo tiempo. Reyna hizo fintas a todo el mundo, pero a nadie se quitó y lo peor, nadie le ayudó. Cruz Azul se tomó las cosas con calma. Sin Rojas en la cancha, que salió lesionado, Sergio Nápoles se convirtió en el pistón por la izquierda, aunque el cuarto gol cayó por la derecha.

Y fue de Fabián. El ex de Chivas había estado muy participativo, pero a la hora de centrar o rematar, siempre le hizo falta estar fino. Hasta que le dio. Chávez entró por la derecha, al hacer el recorte la pelota se le alargó y ahí Fabián llegó para fusilar a Hernández y anotar el cuarto (79’).

Los festejos continúan en Cruz Azul. Ganó, goleó y gustó. Fue una maquinaria escarlata, que arrasó como una marea roja.

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