Orlando .— Está claro que facturar 719 millones de dólares al año y tener presencia en los cinco continentes ha hecho de la WWE la empresa más rentable de lucha libre en el mundo. Un negocio de alto volumen que desde hace varias años profesionalizó todos los renglones que la componen, al punto que en 2013 inauguró un centro multidisciplinario de 26 mil metros cuadrados y con costo de 2.5 millones de dólares que hacen de una bodega el Disneyworld de los luchadores.

Curiosamente, el Centro de Performance de la WWE está a 25 kilómetros de Disney. Lo que para los aficionados sería un parque de diversiones, en realidad es una escuela donde los gladiadores aprenden y pulen todos los aspectos con el objetivo de ser parte del elenco principal de la empresa.

En el lugar donde comienzan los sueños, los recursos no se escatiman. El recinto está equipado con siete cuadriláteros en los cuales entrenadores revelan los secretos aéreos y de golpeo. Nick Dinsmore y el británico Robbie Brookside son algunos de los maestros que imparten su conocimiento, anexo a otros más que son invitados.

Los siete rings tienen un por qué. En cada uno de ellos se trabajan habilidades diferentes, como uno especial para el ensayo de caídas después de emprender el vuelo y para las entradas y salidas que se dan entre las cuerdas.

Todos los detalles están cuidados en el Performance Center, que fue ideado por Paul Levesque, mejor conocido como Triple H. Y es que un emblemático luchador sabe de las necesidades que tiene la vida de un atleta del wrestling. Por ello se cuenta con tres camas para la recuperación de lesiones, sumado a tinas de hidromasaje donde los luchadores acuden para sacar los golpes de la batallas.

El músculo es uno de los ingredientes principales que tiene el show de la WWE y para su incremento se cuenta con un gimnasio equipado con peso libre y poleas, además de aparatos para la práctica del crossfit.

Al ser un espectáculo que se enfoca en gran medida al aspecto televisivo, el manejo ante la cámara y con el micrófono se vuelve indispensable entre los luchadores, por ello el inmueble está dotado con estos elementos.

Tal cual como aparece en cualquier show, el Center Performance luce con una especie de mampara por donde emergen los gladiadores ante el público después de su presentación de audio y video. La improvisación queda con márgenes muy cortos, por ello cada uno de los miembros debe tener perfectamente ensayado los movimientos que hace para captar la atención de los aficionados.

Para los futuros estrellas de la WWE la magia no existe, todo es trabajo, por ello pasan al menos cinco horas del día adquiriendo conocimiento en esta especie de academia. Todos quieren emigrar a las ‘ligas mayores’ de la WWE, que son Smackdown y Raw, pero antes tienen que terminar de madurar en los shows semanales de la división NXT.

La WWE no tiene estimado un promedio del gasto que implica el desarrollo de un gladiador, pero aseguran que cuando uno salta a las funciones estelares, la inversión está más que recuperada.

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