Cómoda y lujosa silla anhelada por todos, sin importar que invariablemente esté colocada en el patíbulo... Si el torneo que se juega finaliza en diciembre.

Ingresar a la Liguilla como puntero es sinónimo de fracaso, cuando los fríos característicos de fin de año la aderezan. Negra historia que el América intentará cambiar a partir de esta tarde.

El grupo dirigido por Miguel Herrera es el líder número 18 durante el segundo semestre, tercera vez que las Águilas entran como el primer sembrado. No pasaron de cuartos de final en las dos anteriores (Aperturas 2002 y 2005). Paradójicamente, al igual que ahora, eran las campeonas defensoras.

Existe otra coincidencia: la más reciente ocasión se midieron con los Tigres, sus actuales adversarios, quienes las eliminaron (5-4, en el marcador global).

Doloroso recuerdo que no inquieta al Piojo. Fiel a su arrojado estilo, el hombre que hoy reaparecerá en el banquillo azulcrema presume la fuerza mental de sus jugadores.

“Hay que demostrar que eso [‘maldición del líder’] no existe si estás concentrado”, sentencia. “Por más que te toque un equipo sólido y fuerte, tienes que demostrar la diferencia que hubo en el torneo”.

El América cosechó una docena más (37) que los felinos regiomontanos (25), aunque sólo le otorga la ventaja de fungir como local en el segundo episodio. El primer criterio de desempate son los goles marcados en cancha ajena.

Superar la primera ronda a matar o morir es lo más difícil para aquellos que gobernaron la fase regular.

De los 17 anteriores, 10 perecieron en la ronda de los ocho, tres dentro de las semifinales y sólo cuatro han alcanzado la serie por el título: el León fue superado por el Cruz Azul (Invierno 1997), los Tigres cayeron dos veces con el Pachuca (Invierno 2001 y Apertura 2003), mientras que el Toluca sucumbió ante los Xoloitzcuintles de Tijuana (Apertura 2012).

Once clubes distintos han clasificado a la Liguilla decembrina en la punta. Sólo el Cruz Azul, los Tigres, el América y el Toluca lo han hecho más de una vez.

Ninguno como La Máquina, que no superó la primera etapa en las cuatro ocasiones que acudió a la Fiesta Grande del balompié nacional como invitado de honor (Inviernos 1998 y 2000, así como Aperturas 2006 y 2010).

Inconscientemente, el carismático entrenador de los amarillos se ve en el espejo cementero, lo que explica la concentración que solicita. Sabe que los blasones no importan si se juega la vida en 180 minutos.

“Una mala tarde y, todo lo que hiciste en el torneo, se echa a perder, así es que vamos a evitar que eso pase”, advierte. “Estaremos atentos, concentrados, que nosotros manejemos la pelota”.

Con lo que pasarían la ronda del terror para el líder, a la que apenas sobrevivió el 41% de los —supuestamente— máximos candidatos a dar la vuelta olímpica.

No perder fuera de casa ha sido simple anécdota para el puntero América en esta época del año. Su fuerza como local se congela.

En el Apertura 2002, igualó con el Santos Laguna en el viejo estadio Corona (3-3), mas cayó en el Azteca (1-2). Tres años después, pareció finiquitar la serie con los Tigres en el Universitario (3-1), pero fue sorprendido sobre el césped de Santa Úrsula (1-4).

Y la guillotina se activó...

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