Sus compañeros se le acercaron para felicitarle, mas fueron ahuyentados por el ensordecedor rugido de ese felino que ha aprendido del pasado, el que nunca se desconcentra.

Así es José de Jesús Corona, tan ágil como para dejar boquiabierto hasta a Christian Benítez con su reflejo, pero ecuánime, incluso si una multitud le ovaciona de pie.

Superhéroe vestido de negro, solución a un equipo que se dejó dominar, a sabiendas de la solidez que distingue a su portero.

Hace casi un año, el reglamento le impidió utilizar una réplica de aquel suéter inmortalizado por Miguel Marín. Qué importa. Está poseído por el espíritu de aquel argentino que llegó a México con el mote de Gato, pero acá se ganó el de Superman.

El Chucho pareció superarlo con aquel seco cabezazo. El goleador de ébano ya iniciaba la celebración... Hasta que un inesperado manotazo evitó que el esférico se besara con la red cementera.

Atajada que valió un partido... Y bien podría significar romper la sequía de tres lustros sin dar la vuelta olímpica; al igual que la realizada algunos minutos después, cuando alcanzó a detectar el obús disparado por Juan Carlos Medina. Se tendió a su derecha para mantener el cero.

“Qué bueno que pude evitar la anotación, porque es mi deber ayudar a los compañeros”, atinó a decir.

Casi vuelve a perder la batalla de los sentimientos cuando se encaró con Rubens Sambueza. Falla perfectamente detectada por varios futbolistas celestes. Gerardo Torrado y Jaír Pereira lo controlaron.

Sin él, la misión en la vuelta luciría demasiado complicada. Si está en la cancha, la ansiada coronación parece muy cerca.

Así es la diferencia que marca un hombre sin tiempo para festejar antes del silbatazo final.

Genuino superhéroe disfrazado de guardameta, con su temperamento como único enemigo al que, irónicamente, le teme. Heredero de la gloria dejada por aquel Superman que labró buena parte de la hoy enorme leyenda azul. No necesita del suéter a rayas. Tiene poderes sobrehumanos.

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