El Estadio Azteca se cimbra. Un microsismo se genera desde la gradas, luego de la suave caricia de Daniel Ludueña al balón que se convirtió en un golazo de los Pumas. Los prohibidos cohetones se detonan. Es el rugido de alegría que rompió la paternidad ante el América.

Pasaron seis partidos en los que las Águilas se dedicaron a azotar a los felinos cada vez que se veían. Dolor y vergüenza en el Pedregal. Hasta ayer, cuando apareció Daniel Ludueña para convertirse en un hacha que despedazó el tormento azulcrema para convertirlo en éxtasis auriazul.

Gran sonrisa del talentoso futbolista de Universidad. Tenía sus tachones sobre la cabeza en el festejo. Los demás universitarios corrieron fascinados por celebrar con su compañero. El excelso tiro libre que cobró hacia el gol (68’) encabezó el triunfo del equipo felino por 3-1 sobre su máximo rival. Fue un pretexto para que su afición comenzara una fiesta en el Estadio Azteca.

El valor de Ludueña se manifestó ayer. El talentoso futbolista auriazul había sido cuestionado por su edad, porque su productividad había venido a menos en el Pachuca. Pero resurgió en CU y con él su equipo, que ya liga cinco partidos sin perder (cuatro victorias). Pesó El Hachita justo cuando importa, en un clásico. Se despachó con un doblete letal.

Universidad encontró una ventaja tempranera, quizá demasiado. No había hecho mucho. Es más trataba de aguantar el cero. La ventaja no era la prioridad inicial, mas al minuto 8, el tanto del Hachita desconcertó a la visita. Se sorprendieron tanto los auriazules que su técnico, José Luis Trejo, decidió cometer el suicidio de echar a su equipo atrás. Error pagado muy caro.

América creció en el partido. Posesión, insinuaciones, algunos disparos lejanos. Preocupación en Antonio Mohamed. El regreso de Rubens Sambueza supuso una revolución en el ataque azulcrema, pero no lograba hacerse pesar. Más ímpetu que talento, coraje sobre creatividad. El gol del empate no llegaba. La búsqueda águila era frustrada.

La insistencia fue de 20 minutos. Sambu sacó el talento que estuvo congelado por suspensión durante dos juegos. Envió un centro. El veneno del trazo del volante zurdo tuvo su efecto al encontrar a Luis Gabriel Rey, quien recentró afuera el balón al borde del área chica.

Raúl Jiménez se encontró solo para fusilar a Alejandro Palacios y puso el empate momentáneo.

Luego llegó la jugada clave. Marco Rodríguez expulsó al Maza Rodríguez. La tarjeta roja sobre la frente del defensor azulcrema cargó el partido hacia el lado felino al minuto 48.

Pumas tuvo minutos de letargo. América se veía mejor. Pero llegó el tiro fatídico de Ludueña para romper el empate. Un gol lleno de victoria. Fue el 1-2 a favor. Daniel Ramírez puso el tercero para ampliar la ventaja y darle lustre a la victoria universitaria. Dos hachazos para destruir la paternidad amarilla y recetarle al América su tercera caída al hilo.

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