Ahí, mientras casi 50 mil chilenos derramaban lágrimas de liberación en el estadio Nacional de Santiago, Jorge Sampaoli demostraba que todo es válido con tal de alcanzar la gloria... Hasta traicionarse a sí mismo.

La tarde del sábado 4 de julio de 2015 ha quedado tatuada en millones de corazones andinos. Por primera vez en la historia, ‘La Roja’ levantó la Copa América, no sin antes sufrir bastante dentro y fuera del campo.

Aquella serie de penaltis, ante Argentina en la final, resultó simple sobresalto en comparación al susto experimentado casi tres semanas antes, cuando el volante Arturo Vidal protagonizó un accidente automovilístico.

Un día antes, Chile empató con México (3-3), pero su director técnico argentino decidió otorgar la tarde libre al grupo. El objetivo era romper la monotonía de la concentración, mas el ‘Rey Arturo’ optó por relajarse en un casino, junto a su esposa.

De regreso sucedió el percance, por el que fue detenido. Preso de la desesperación, el entonces futbolista de la Juventus de Turín amenazó al policía que lo detuvo. El escándalo apareció. Vidal fue liberado, pero la opinión pública se dividió en cuanto a si debía ser excluido del representativo.

La presión no intimidó a Sampaoli, quien jamás pensó desprenderse de una pieza clave. Los resultados le respaldaron.

Tras avanzar como líderes del Grupo A, los locales se midieron con Uruguay en cuartos de final. Partido ríspido, marcado por la provocación del defensa Gonzalo Jara, quien colocó su dedo medio entre los glúteos del goleador charrúa Edinson Cavani, quien lo agredió y se fue expulsado.

A 10 minutos del final, Mauricio Isla hizo el tanto de la ajustada victoria (1-0).

La polémica reapareció. Se inició una investigación que derivó en un castigo para Jara, ante la molestia de directivos y cuerpo técnico de la selección chilena.

Un doblete de Eduardo Vargas, contra Perú en semifinales, permitió a Sampaoli y sus futbolistas alcanzar el primer objetivo: el choque por el título continental. La Albiceleste, con todo y Lionel Messi, era el último obstáculo.

Por primera vez en la historia, la final de la Copa América finalizó sin anotaciones. Los chilenos se impusieron en penaltis (4-1) y obtuvieron un anhelado título, marcado por la polémica.

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