Abrirse paso entre varios flashes y micrófonos es el ‘modus vivendi’ de Rafael Márquez desde hace más de tres lustros, cuando su talento le colocó en la élite del balompié mexicano, pero esta ocasión resulta especial. Es el preludio del adiós.

No habrá más viajes de trabajo al otro lado del océano Atlántico, no como futbolista profesional. El ‘Káiser de Michoacán’ ha vuelto a casa para encontrarse con un viejo y profundo amor, al que desea ayudar a saldar una cuenta pendiente.

Mañana signará un contrato, por dos torneos, con el Atlas, club en el que se formó como jugador y no es campeón de Liga desde 1951.

Las nieves del tiempo comienzan a platear sus sienes, mas el defensa presume estar listo para marcar diferencia con los Rojinegros.

“Todavía estoy en buenas condiciones para tratar de luchar por lo que todos queremos en Atlas, que es un título”, sentencia, tras volver de Italia, donde jugó año y medio con el Hellas Verona. “Vengo a retirarme en el club donde inicié y eso me hace mucha ilusión. Estoy feliz, cumpliendo un sueño y qué mejor oportunidad para terminar esta linda historia de mi carrera que en el equipo donde debuté”.

Han pasado más de 16 años desde la más reciente ocasión que vistió la elástica rojinegra. Fue en una final, la última disputada por el equipo que ahora entrena el argentino Gustavo Costas.

Eso explica la esperanza irradiada por sus seguidores, quienes ven en el más pródigo de sus hijos al elemento que necesitaban para volver a luchar por un cetro.

“Vengo a poner mi granito de arena, a tratar de trabajar, a formar un buen grupo, porque uno solo no puede conseguir los títulos”, ataja el cuatro veces mundialista. “Vengo a tratar de hacer mi trabajo”.

Casi dos décadas en las canchas le permiten conocer perfectamente la fórmula del éxito, ese que conoció en el Barcelona.

Márquez está seguro de que lo logrará con los tapatíos “realizando lo que sé hacer. [Hay que] tratar de estar en buena forma física, al 100% y —sobre todo— morirme en la cancha, como siempre lo he hecho”.

Le cuesta verse en otro Mundial. Pese a que Juan Carlos Osorio, director técnico de la Selección Mexicana, ha asegurado que el zamorano es parte importante en sus planes, el fino central se sincera y acepta lo complicado que será llegar a la Copa del Mundo Rusia 2018.

El primer obstáculo es el tiempo que planea jugar. De entrada, podría hacerse a un lado a finales de 2016, cuando ya tenga 37 años y 20 en el balompié profesional.

Por lo pronto, se concentra en su aventura atlista y la posibilidad de participar en la eliminatoria mundialista. Incluso, ser parte del representativo que disputará la Copa América Centenario.

“Está muy lejos Rusia”, admite. “Estoy firmando por un año y veremos qué pasa”.

Lo único seguro, por ahora, es que cumplirá la promesa hecha a mediados de 1999, cuando partió a Europa en busca de la gloria que hoy le acompaña.

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