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La metamorfosis de Gustavo Matosas de León a Águila tardó apenas unas cuantas semanas.

El uruguayo está seguro de sí mismo, presume que sus formas enamoraron a la directiva americanista para apostar por él como sucesor de un entrenador que se coronó como Antonio ‘Turco’ Mohamed.

“Si América se fijó es porque les habrá gustado mi estilo y es algo que no voy a cambiar. Si coincidentemente le gusta a los directivos, que es el caso, perfecto, porque se ha hecho una muy buena unión. ¿Qué falta? Pasárselo a los jugadores. Mi estilo va a ser el mismo”, expresa.

La forma de jugar de los emplumados será agresiva. “Quiero intensidad, más que espectacularidad”. Utiliza una metáfora para hacer más redonda su descripción.

“Si la cobija cerca de los pies es la defensa y la cobija arriba que protege el cuello es la ofensiva, la verdad es que prefiero descubrir la parte de los pies. Me gusta atacar”, avisa.

Esa situación de “ganar como sea” la destierra por completo de los terruños de Coapa, al menos en su discurso inicial como entrenador emplumado, donde se le nota envalentonado.

“Yo tengo una metodología, me gusta respetar el buen trato a la pelota, con esa vengo y con esa me voy a ir. Sólo tengo que hacer que los jugadores la manden [la pelota] a guardar”, resalta el uruguayo.

Sin embargo, acepta que “la vara está alta y yo estoy a prueba. Es un reto nuevo, acá no he ganado nada, no me conoce nadie. El americanismo no tiene que basarse en nada, tienen que verlo cuando el equipo juegue”.

Por eso, evita lanzar compromisos al aire y con declaraciones que después se vuelvan en su contra.

“No puedo prometer, voy a chambear. Haré lo que sé, empiezo a trabajar el 26 [de diciembre] y cuando termine el campeonato voy a ver si el equipo les gustó, después no puedo hacer nada”, anticipa.

Impregnar su estilo, hacer que las Águilas sean ofensivas y, sobre todo, ganar los Clásicos ante Guadalajara, Cruz Azul y Pumas, son metas que asume como timonel azulcrema.

Pero a largo plazo, no piensa. Matosas rehúye a hacer pronósticos acerca de su estancia en el América, que será por dos años.

El armado del plantel es al estilo de su antecesor. La llegada de Darwin Quintero, Darío Benedetto, Cristian Pellerano y Miguel Samudio al Nido fueron pedidos por Mohamed.

Ahora, entronizado en el banquillo amarillo, Matosas dice que, si bien no dio su aval para esas contrataciones, “son jugadores que cualquier club mexicano desearía tener. La directiva ha acertado en traer a esos futbolistas”.

Con un traje gris y la corbata azul como contraste, Gustavo Matosas ya siente lo que es estar en el banquillo más caliente del futbol mexicano.

Esa silla quema al menor desliz. El uruguayo sabe que en el América se fracaso o se triunfa, no hay medias tintas para el campeón.

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