TOLUCA.— Corrió por simple inercia. El rostro delató a Héctor Reynoso durante unos cuantos segundos. Irradiaba pánico, sin importar que el balón todavía no llegaba a Wilson Thiago.

El capitán del Guadalajara sabía que otra distracción era mortal. La frágil ilusión de las Chivas pendía de endebles alfileres, los cuales fueron arrancados por todos los futbolistas de John van’t Schip.

Inocencia combinada con el talento de Antonio Naelson Sinha. El genio escarlata desnudó, con su hábil toque, las carencias del joven Rebaño Sagrado. Lo demás fue simple rutina para Lucas Silva y Thiago (56’), quien no tuvo problemas para vencer al inseguro Luis Michel.

Mezcla endemoniada, brebaje que terminó por dormir a unas Chivas somnolientas, incapaces de hacer daño al rival, por más que controlaron el balón durante gran parte de los 180 minutos.

El Toluca jugó con sus sentimientos y las aniquiló en cuanto le dio la gana. Incontestable 3-1 (5-2 global), prueba del enorme poder de la bestia que habita en el infierno.

Nuevo fracaso del proyecto encabezado por la leyenda holandesa Johan Cruyff.

Volvieron a sobrar deseos y entereza, pero también inverosímiles errores en momentos cruciales.

“Pagamos errores puntuales que no se pueden cometer contra rivales de este tipo”, reconoció el delantero Rafael Márquez Lugo, cuya lucha y gritos no alcanzaron para guiar a sus compañeros. “Toluca es un equipo que no te perdona, con mucha experiencia, un director técnico [Enrique Meza] que sabe jugar las Liguillas y pagamos ese precio”.

Sobre todo en el inicio del segundo tiempo, cuando a Van’t Schip no le quedó de otra más que meter las manos en las bolsas del pantalón, morderse tímidamente los labios y volver resignado a su diminuto banquillo.

Los esfuerzos por reanimar a su equipo fueron en vano. Lo comprobó cuando Lucas Silva detonó la algarabía en el estadio Nemesio Díez. Sólo habían pasado 120 segundos desde el primer tanto mexiquense, mas el guardameta del Guadalajara volvió a fallar.

Vergonzoso colofón de un plantel que caminó al borde del abismo durante todo el Apertura 2012. El problema es que Belcebú no conoce la piedad, por lo que terminó de arrojarlo al vacío cuando quedaba más de media hora por jugarse.

La anotación de Juan Carlos Cacho (71’) fue simple vanidad, intrascendente, al igual que la de Érick Torres (81’). Embriagados de placer, muchos fanáticos escarlatas ni siquiera se percataron de que El Cubo hizo un poco menos humillante la eliminación.

Su fiesta llevaba varios minutos. Comenzó con el gol de Thiago, ese que fulminó la ilusión de Reynoso incluso antes de caer. Al defensa le bastó con el enésimo error del torneo.

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