El último vencedor que vio el Gran Premio de México antes de salir del calendario de la Fórmula Uno fue el británico Nigel Mansell. A bordo de su Williams hizo ondear la bandera a cuadros el 22 de marzo de 1992.

A 23 años de distancia, dice recordar esa emoción de verse en lo alto del podio de vencedores del Autódromo Hermanos Rodríguez. Del calor de la pista. De los efusivos aficionados que le mostraron su apoyo al ganar por segunda ocasión en su carrera la fecha mexicana.

Esa fue su segunda victoria de la temporada, en la que consiguió su único título de campeón mundial de la F1, luego de tres segundos lugares en años anteriores.

Así lo compartió el piloto retirado de las pistas en entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL.

¿Qué recuerda de tu triunfo en el Gran Premio de México de la temporada de 1992?

—Me acuerdo de pasar un gran momento. Ganar la carrera de México fue algo sensacional para mí. El gran reto del antiguo circuito era encontrar el balance adecuado del auto para todas sus curvas. Algo que era imposible, porque la altitud de la ciudad de México reducía la adherencia hasta en un 20 por ciento. Así que debíamos escoger para qué curvas queríamos el mejor balance. Mi ingeniero y yo hicimos la selección adecuada para lograr la victoria en aquella carrera de 1992. El trabajo duro tuvo su recompensa.

¿Qué memorias tiene del Autódromo Hermanos Rodríguez, en donde corrió siete veces?

—El recuerdo que más fresco tengo en mi mente es mi rebase sobre Gerhard Berger [McLaren] sobre la curva peraltada en el GP de 1991 y ¡de cuánto se molestó conmigo por eso! En general, me acuerdo del tremendo calor que hacía y el reto de la altitud, que afectaba las funciones de los autos. El trazado mismo era todo un reto y la puesta a punto era algo clave. Me encantaba la vibra de la ciudad, su pasión y la emoción de la gente. Todo esto lo convertía en un lugar único y diferente a cualquier parte del mundo. Son muchas las memorias que tengo de cuando corría ahí, era un lugar al que me emocionaba volver, pues era una fecha especial en el calendario.

¿Qué pasó por su mente cuando se enteró de que volvería el GP de México a la F1?

—Me emocioné cuando me enteré por las noticias de su retorno al calendario. Siempre estaré agradecido por el espíritu y la pasión de los aficionados mexicanos. Creo que el retorno del Gran Premio del DF es una tremenda noticia para el deporte motor por la atmósfera que rodea a México, que hará de la carrera una fecha única. El color y la diversidad de la ciudad traerá algo especial para el calendario de la F1. También creo que el regreso de la carrera será una gran plataforma para la capital de México, pues podrá mostrar su capacidad para organizar eventos deportivos de primera clase y todo lo que esto representa.

¿Cuál fue su reacción cuando se enteró de que una de las curvas del renovado Autódromo Hermanos Rodríguez recibió su nombre?

—Cuando me propusieron que la curva 17 llevara mi nombre, de inmediato les dije que me encantaba la idea. Para mí es un orgullo que aún me recuerden de esta manera. De verdad que me halagan con este detalle. Fue en ese tramo en donde logré ese rebase que les comenté sobre el austriaco Berger que me permitió alcanzar el segundo lugar en la carrera de 1991, sólo por detrás de mi coequipero en Williams, Riccardo Patrese. Aún me cuesta creer que ya pasaron 24 años de aquel momento y 23 de mi victoria en el Gran Premio. Desde que me enteré de que volvería la carrera mexicana, sigo a detalle todo lo que están haciendo para renovar la pista. Ya no aguanto las ganas por estar ahí y ver en persona cómo quedó un trazado que en mi época como piloto de F1 representaba toda una proeza correr.

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