SAN JOSÉ.— Entre tanta angustia se asoma el drama y enseguida adopta tintes de tragedia. Dominante, decidido, convencido de un mucho mejor futbol, Costa Rica marea a México, lo liquida... Es el acabose, dada la evidente incapacidad de respuesta.

“¡Es horrible!”, lamenta alguien, con prenda verde. Su queja se ahoga entre tanto grito y festejo tico. El estadio Nacional disfruta al máximo la declarada eliminación mexicana.

La lluvia no se va, ha estado presente todo el día, como presagio de llanto. Y ahí se queda, hasta el final...

Ya los mexicanos no piensan el paseo que ejecuta con saña la representación centroamericana. No, el partido, el pase a la repesca, contra Nueva Zelanda, depende de Estados Unidos ante Panamá. Así de triste... Y sucede lo peor. La gente se entera y festeja, al minuto 83, la victoria panameña. Pero otra vez igualan los estadounidenses. Y se salva México, por el 2-2 de los canaleros.

Parece más fácil el boleto a través del probable empate de Panamá. Pero no, los canaleros ganan a los estadounidenses. El éxito se olvida del verde esperanza y se transforma en un verde descolorido, empapado y exhibido... Pero, una vez más, empata Estados Unidos, y luego se alza con la victoria.

“¡Sí se puede, sí se puede!”, grita y grita la tribuna. Sí, se pudo... México está en la repesca, y en estado de coma va a ir contra Nueva Zelanda. Sí, gracias a los gabachos.

Mueren de nada

En Costa Rica, Jorge Luis Pinto no se sale del librito y establece una línea de tres, con Acosta, González y Umaña, para dejar a Gamboa y Oviedo en los carriles. Celso Borges y Yeltsin Tejada ocupan la contención, mientras Bolaños volantea libre por izquierda y en ataque se alterna con Campbell y Bryan Ruiz.

Es precisamente Bryan el encargado de arrancar el primer alarido de la repleta tribuna del inmueble de la Sabana. Sobre el minuto 8, un balón filtrado para él queda a modo para vencer a Ochoa, mas su tiro es débil y chorreado a un lado del poste izquierdo del meta mexicano debido a la cancha húmeda.

Del otro lado, Víctor Manuel Vucetich se escuda con un claro 4-4-2. Layún, Márquez, Ayala y Torres Nilo forman parte de la zaga. Nuevamente Gullit Peña acompaña a Zavala en la recuperación y abiertos, como volantes, Aquino y Chaco Giménez, quien suple a Giovani dos Santos en la parte creativa. Salvo ese ajuste, en ataque no se vislumbra nada. Nuevamente Chicharito Hernández es el compañero de Oribe Peralta.

La respuesta de México sucede a los 17 minutos. Javier Hernández ingresa en jugada prefabricada y habilita a Oribe Peralta, en vez de tirar. Lo malo es que El Hermoso no logra capitalizar y la acción se invalida por un fuera de juego, incidente que ya había silenciado al inmueble tico.

Quien de plano no perdona es Bryan Ruiz. Sobre el 25’, el artillero fulmina a la apremiada y revolucionada zaga mexicana. El bombazo, de frente, sacude las redes, tras llevarse a Márquez y Ayala en la jugada. Estalla entonces la gente. Todos de pie, gritan y ensordecen. “¡Olé-olé-olé-olé, ticos, ticos!” Para colmo, Panamá ya superaba a Estados Unidos, símbolo de la eliminación mexicana de cara al Mundial y de la anticipada tristeza verde.

Mas la vida vuelve a los cuerpos de los pocos mexicanos que ondean banderas en la tribuna. El Chicharito, en complicidad con Gullit Peña, hace de las suyas y tira, el rechace del portero no basta, porque decidido, Oribe Peralta sacude la meta con un bombazo, que antes visita el travesaño. Gol del Hermoso, para nivelar el tablero del moderno estadio. Y ya en la agonía del primer lapso (42’), Layún se anima a adelantarse y desde la banda derecha lanza un pelotazo a primer poste que puntea Chicharito, con tan mala puntería que desperdicia una ocasión inmejorable de gol. ¡Uff!, es el lamento mexicano, que aquí nadie atiende, porque pacientes aguardan el alarido que acabe con la ilusión tricolor. Y por eso exigen un penalti, antes del receso y aplauden al último ensayo de Cristian Bolaños, que culmina en susto.

El medio tiempo sirve de bálsamo. La angustia crece al escucharse el silbatazo que activa el complemento, porque ahora es Guillermo Ochoa, quien amarrado a su línea de meta, salva y retiene el balón, lo atesora. Más ¡Ufff! Drama de un futbol mexicano que se purifica en Centroamérica de tanta soberbia.

Álvaro Saborío sale de la banca para devolverle la ventaja a los ticos. El testarazo, imposible para Paco Memo. De frente, el cabezazo liquida a Ochoa al 63’, gracias a un gran desborode de Gamboa, quien se lleva a Torres Nilo. El 2-1 coincide con el empate estadounidense en Panamá, conseguido por Michael Orozco, el verdadero salvador, hasta ese instante, del degradado futbol mexicano.

El contragolpe se transforma en el arma que requiere Costa Rica para matar a México. Bolaños se pierde una clarísima, al 74’. Su tiro va al poste izquierdo.

Otro milagro tricolor...

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