Guadalajara.— Tal vez por tratarse de un juego en el que va el orgullo de por medio. Tal vez porque se trataba de la ida en una serie en la que el ganador va a semifinales. Tal vez porque en el futbol, a veces, puede más el miedo a perder que el deseo de ganar. Lo cierto es que el Clásico Tapatío entre Chivas y Atlas ha resultado decepcionante. Un 0-0, en el estadio Omnilife, que deja la eliminatoria abierta. Todo se decidirá el domingo en el Jalisco.

Un Clásico no necesita, en general, ingredientes extra para calentarse. Pero el de anoche fue distinto. Fue un enfrentamiento de Liguilla. Es el primer capítulo en la lucha por un lugar en las semifinales del futbol mexicano. Se juega más que el orgullo. El duelo tiene intensidad, pero sorprende la actitud: Chivas busca con la obligación de ser local, y apenas tuvo tres tiros al marco, mientras Atlas cuida más de lo esperado, en espera de un error del adversario y se va sin tiros a la portería.

El Guadalajara encuentra en Carlos Salcido a su mejor hombre. Es el motor que, desde medio campo, genera las mejores opciones ofensivas. La primera de ellas, al 7’, cuando prende un rebote, como viene, pero al disparo le falta dirección y la redonda termina condenada a irse por un lado.

Al 14’, el sentido de anticipación de Salcido le permite adelantarse y robar el balón. Conduce. Toma a la defensa mal parada. Avanza con peligro. Detecta a Marco Fabián por el costado izquierdo. Le toca con precisión. La definición del rojiblanco, cuando alcanza la redonda y enfrenta a Federico Vilar, es precisa. A las redes. Sin embargo, el asistente Christian Espinosa, tiene la bandera levantada. El gol se anula por un apretado fuera de lugar.

Y dos minutos más tarde, una vez más, Salcido recupera por la banda izquierda. Su servicio al corazón del área no llega cómodo para Omar Bravo. Pero el rebote queda al alcance de Marco Fabián, quien patea de pierna zurda, como viene, para exigir a Federico Vilar, quien salva a su equipo y desvía a tiro de esquina.

El tres veces mundialista mexicano es el mejor de Chivas. Pero cerca de la media hora de juego, mientras corre en dirección hacia su arco, se detiene. Levanta la mano. Se tira al césped. Está liquidado. Una lesión lo obliga a dejar el campo, al 30’. Buena noticia para los Rojinegros, que esta noche visten de plata, sin su tradicional uniforme.

La baja por lesión se siente en la cancha. El partido es tenso, como suelen ser los clásicos. Con otro juego por delante el domingo, poco se arriesga. Atlas es cauto. Chivas, incapaz.

La segunda parte es todavía más cerrada. Se percibe más temor de perder que deseo de ganar. El duelo es disputado y con pocas opciones. Escasa emoción para el público. Demasiadas precauciones para un partido en el que no sólo se disputa el pase a semifinales, sino también el orgullo de toda la ciudad.

No hay más. El marcador no se mueve. Todo se decidirá en la vuelta.

Tras el 0-0, para seguir con vida, Guadalajara necesita ganar o empatar con goles en el estadio Jalisco. Al Atlas le sirve otra igualada sin anotaciones, que le daría el pase por su mejor posición en la clasificación o la victoria. El Clásico Tapatío está lejos de decidirse.

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