Osaka.— El América perdió la cabeza, y pasó de lo sublime a lo ridículo. Las Águilas tenían en sus alas la calificación a las semifinales del Mundial de Clubes, pero dos fallas del portero Moisés Muñoz, aunado, otra vez, a los pésimos cambios mandados por Ignacio Ambriz, y la indisciplina interna, ya que dos jugadores se pelearon en pleno terreno de juego, arrojaron al abismo al equipo que cayó 2-1 con el Guangzhou, campeón de China.

Frente a Emilio Azcárraga, dueño del club, las Águilas se exhibieron como un equipo con poco poder de reacción, sin autoridad en la banca y mucha indisciplina en el campo de juego, ya que el espéctáculo dado por Rubens Sambueza y Darwin Quintero dejó una pésima imagen a nivel internacional.

Después del gol del empate, Peralta había puesto en ventaja a las Águilas, Sambueza comenzó a gritarle a Quintero, reclamándole que el tanto en contra había sido su culpa. La reacción del colombiano fue ir hasta donde estaba su capitán y darle un cabezazo. El argentino no respondió la agresión, se quedó encarando al delantero hasta que llegó Paolo Goltz a separarlos. Aún así, Quintero siguió reclamando hasta que fue mandado a la banca.

En el último minuto de juego, Muñoz falló en una salida y el conjunto chino se llevó la victoria, lo que provocó que Azcárraga saliera hecho una furia del estadio y dejando el futuro de Ignacio Ambriz en el aire. “Pongo mi puesto a disposición de la directiva”, dijo Nacho, con el rostro descompuesto, mientras que algunos jugadores como Peralta, desaprobaron la acción de Quintero. “No venimos hasta acá a pelear. Estas cosas se deben arreglar en el vestidor”, dijo. Redacción

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