Todas las mañanas, antes de desayunar, Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro (Funchal, Portugal, 5 de febrero de 1985), pregunta a su madre si ya dio el visto bueno a los alimentos que están sobre la mesa. Es la única persona en la que confía para no salirse de la rigurosa dieta que le ayuda a ser el mejor futbolista del mundo.

Estricto consigo mismo, adicto a dormir y al ejercicio, el ‘Comandante’, como fue apodado —en tono burlón— por Joseph Blatter, presidente de la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA), hace honor al mote con una vida en la que los chocolates están prohibidos, al igual que el vino tinto, las cervezas y cualquier clase de alcohol. Obviamente, también las salidas a centros nocturnos.

Asiste a pocos restaurantes. Prefiere comer en casa, ya que doña Dolores Aveiro conoce perfectamente todas las recomendaciones hechas por el departamento nutricional del Real Madrid, ese en el que le fue elaborado el régimen alimenticio que le permite mantener la forma física que resultó clave para adjudicarse el Balón de Oro por tercera ocasión.

Genuino soldado enfundado en traje de futbolista, capaz de dormir 12 ó más horas, si su agenda se lo permite. También está consciente de que el descanso es clave para tener un buen desempeño sobre el lienzo verde, por lo que prefiere estar en casa temprano e ir a la cama lo antes posible, pese a sostener una relación amorosa con la modelo rusa Irina Shayk, cuya vida social suele ser bastante ajetreada.

La pasta y el arroz son indispensables en su alimentación. Come mucho pescado y verduras al vapor o al horno. Todo debe ser cocinado con aceite de oliva virgen, hábitos que no se modifican cuando está de vacaciones.

Sí, su madre también le acompaña. Por eso, tuvo que mudarse definitivamente a Madrid, donde —en el peor de los casos— supervisa la comida de ‘CR7’. Casi siempre la prepara.

En caso de que deba asistir a algún restaurante, doña Dolores checa el menú para saber qué es lo que puede comer el astro portugués. Si no existe algún platillo que cumpla con todos los estándares, pide a los cocineros preparar uno especial.

Durante sus días de asueto no deja de ir al gimnasio, en el que suele pasar una hora antes de que inicie el entrenamiento de los merengues. Suele trabajar los cuadríceps y gemelos.

Rutina que tiene impresionados a Carlo Ancelotti, director técnico del Madrid, y a sus compañeros, quienes le consideran “raro” por la vida, estilo monje, que lleva.

Al término de cada sesión, vuelve a ingresar al gimnasio para perfeccionar su físico; sin embargo, nunca está conforme, por lo que dedica algunos minutos más en el complejo deportivo que tiene instalado en casa.

Otra de sus premisas es comer barritas energéticas y frutas, además de ingerir bebidas de rehidratación, entre 30 y 60 minutos después de cada partido. El objetivo es recuperar de inmediato el glucógeno perdido en el terreno de juego.

Trata de que no se le escape algún detalle, pero también aprende del ejemplo. Además de que prefiere dormir temprano y mucho, el habilidoso atacante, quien debe su segundo nombre al ex presidente estadounidense Ronald Reagan, no sale a centros nocturnos ni bebe, porque recuerda que su padre, Dinis, falleció a causa del alcoholismo.

Su hermano Hugo era drogadicto, pero ingresó a un centro de rehabilitación por influencia del ‘Comandante’, ese hombre para el que la dieta es básica e inviolable. Sus seres queridos no recuerdan cuándo lo vieron comer chocolate por última vez.

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