Nueva York.— Antes de querer escuchar su nombre entre los designados como selección número uno de la NFL, la mayoría de los jugadores universitarios de Estados Unidos tienen el sueño de obtener el Heisman, el trofeo más prestigioso que otorga el futbol colegial.

Este año hay tres nominados: Deshaun Watson, quarterback de los Tigers de Clemson y los corredores, Derrick Henry, de los Crimson Tilde de Alabama y Christian McCaffrey, de los Cardinal de Stanford.

En las casas de apuestas de Las Vegas, McCaffrey está prácticamente descartado. Y es que sus números no son tan brillantes como los de los otros dos candidatos, además de que su universidad no está en los Playoffs de la NCAA como Alabama y Clemson, que pelean por el título.

Henry, atleta de 1.91 metros de estatura y 108 kilos de peso, impuso un récord dentro de la conferencia SEC de mil 986 yardas y terminó como el líder en anotaciones terrestres de toda la NCAA, con 23. Henry cargó con la ofensiva y lo hizo bastante bien con la fortaleza de piernas que tiene. En la campaña sumó tres partidos con más de 200 yardas por tierra.

Lo que impresiona de Henry es que a pesar de que las defensivas contrarias sabían que lo iban a utilizar en la siguiente jugada, simplemente no lo podían parar.

Si los Tigers de Clemson lograron terminar invictos la campaña y primeros en el ranking, fue en gran medida gracias a Watson.

El pasador es el primer elemen-to de Clemson que es nominado al Heisman.

En 2015 culminó con más de 3 mil yardas por aire, 30 pases de anotación y 11 intercepciones. Sin embargo, tiene el plus de 887 yardas terrestres con 11 anotaciones.

Y a McCaffrey lo acompañan las 461 yardas que le corrió a la defensiva de los Trojans de la universidad del Sur de California en la final del Pac-12.

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