Una de las principales demandas de los árbitros para no irse a paro en la jornada 16 era una mejora salarial. Pero, ¿cuánto gana un silbante en el balompié mexicano? Entre 410 mil y más de un millón de pesos al año, según confió una fuente involucrada en el gremio.

“Más o menos es la cantidad que percibimos, pero es lo que gana un jugador en un mes”, reclama el informante.

Un árbitro tiene un salario anual fijo de 180 mil pesos (15 mil al mes). Por cada juego dirigido obtiene 20 mil pesos. Los “de élite” tienen en promedio 26 designaciones al año para cobrar hasta 520 mil pesos en dos torneos.

En la Liguilla, el pago por duelo pitado se incrementa. En cuartos de final se dan 33 mil, en semfinales, 44 mil, y en la final, 66 mil.

Si un árbitro impartiera justicia en cada una de las etapas de la fase final de los dos certámenes que se celebran en el año —lo cual “es muy raro”— percibiría 286 mil pesos.

Además, tienen derecho a un bono de $150 mil cada 12 meses, que puede bajar de acuerdo con el desempeño.

En total, la cifra que puede ser alcanzada por un nazareno profesional es de hasta un millón 136 mil pesos.

“A esa cantidad se le tienen que descontar los impuestos, cada quien hace su declaración con los gastos e ingresos que tienes. Hay que recordar que no todos arbitran tantos juegos, unos tienen apenas dos por torneo y no los meten para la Liguilla”, subraya la fuente consultada por EL UNIVERSAL.

Esas ganancias de los árbitros parecieran una fortuna para la mayoría de los mexicanos, pues el ingreso per cápita —según reportó el INEGI en mayo— es de poco más de 141 mil pesos anuales. Sin embargo, resulta “pobre” si se compara con los salarios de los futbolistas: Oribe Peralta cobra en el América 34 millones de pesos al año.

Uno de los reclamos de los nazarenos es no poder contar con prestaciones, ni un seguro social que les cubra en caso de una lesión y de que su vida en activo es de 10 años en promedio.

“Se creó una empresa de outsourcing hace un tiempo, en la cual estamos contratados, pero no generas antigüedad, ni tienes derecho a servicios médicos ni nada”, lamenta.

“Si te tienes que operar de la rodilla, o algo, tienes que pagar de tu bolsa, además del tiempo que puedas pasar sin trabajar”.

La paradoja es que “de alguna forma dependen los árbitros de la Federación Mexicana de Futbol, pero al mismo tiempo, no quieren que seamos sus empleados directos”.

La razón tiene que ver con un asunto legal: “Ellos, en el pasado, recibían demandas si corrían a un árbitro. Tenían que ir dirigidas a Justino Compeán o a Decio de María. Para evitarse esos problemas, hicieron que nos contrataran por outsourcing”.

En el pasado, los árbitros solían llevar en paralelo una profesión u oficio para solventar sus gastos. Así que algunos han sido ginecólogos, como Edgardo Codesal, veterinarios, como Eduardo Brizio, abogados, pequeños empresarios, conferencistas y algunos fungen hasta como empleados federales.

Pero con la llamada “profesionalización” del arbitraje se obligó a los hombres de negro a dedicarse por completo a esta actividad para mantenerse en forma física y técnica.

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