Rodolfo Sánchez camina por el estacionamiento de la zona de los estadios, en la capital poblana. Su mirada baila con las personas que se cruzan en varias direcciones. Al poner pausa a su andar, toma un cigarro y lo lleva a la boca para extinguirlo pronto.

Con pasos de viacrucis, se acerca al Hermanos Serdán. Se juega el tercer encuentro de la final de la Liga Mexicana de Beisbol, entre los Toros de Tijuana y los Pericos de Puebla, pero poco sabe de strikes, pitchers, bats o cualquier elemento que no sea una pelota de futbol.

Menos de 300 metros lo separan del Cuauhtémoc, donde juega su Cruz Azul, que visita a La Franja en la jornada 8 de la Liga MX. Ahí le gustaría estar y seguramente ahí estaría si de niño no hubiera aprendido el valor de la responsabilidad que lo ata a trabajar. “Tuve que venir a trabajar, aunque quisiera estar viendo al Cruz Azul. Me gusta el futbol, pero a mi familia le gusta que lleve dinero a casa. Ya tenía el compromiso con la gente que me da trabajo y no podía fallar”, confiesa Rodolfo, vendedor de cerveza en el parque de beisbol.

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