Las ansias del América se intensifican. No hay anhelo más grande en su corazón que restregarle al resto del futbol mexicano que tiene 12 estrellas, como nadie en la historia de la era profesional. Una serie final ante Tigres los separa de esa conquista, que significaría dejar al Guadalajara en el segundo lugar de los clubes con más títulos.

El famoso “Ódiame más” es la frase que las Águilas quieren gritar con el trofeo de campeón la próxima semana en el Estadio Azteca. Antonio Mohamed quiere salirse con la suya, entregar el cetro e irse para dejarle el listón lo más alto posible a Gustavo Matosas, quien se perfila para sucederlo en el banquillo de Coapa.

Anoche, los ‘Turcoboys’ solventaron con un gris empate 0-0 el trámite de la semifinal de vuelta sobre la resignación de Rayados para aguantar la abultada renta obtenida en el estadio Tecnológico (3-0). Lo hicieron sin brillos, ni luces, con la apuesta al error del rival.

Mohamed ha llegado hasta donde le exigieron hasta ahora: la final. Anunció que es probable que salga del Nido pase lo que pase, aún si entrega el anhelado campeonato.

En el terreno de juego, donde se gana, los problemas en el seno americanista parece que nunca dolieron. El equipo no se resquebraja ni entrega frente al Monterrey. La separación de Paul Aguilar por una indisciplina y decidida por su timonel argentino para nada afectó la unión de los cremas.

Un hecho es notorio, no obstante, en los azulcremas. El espectáculo se alejó de ellos en las últimas semanas del certamen. El estilo del ‘Turco’ dejó de ser agradable, se aferra al resultado y aguantar las ventajas cuando las tiene. Contragolpea, aunque poco efectivo.

Es turno, entonces, para el América de enfrentar a un rival que sólo ha anotado dos goles en la Liguilla y que se ha valido de su mejor posición de la tabla para acceder a la búsqueda de su cuarta estrella. Sin embargo, los felinos regios hacen que los azulcremas viajen a sus recuerdos más dolorosos.

Las Águilas llegaban líderes, embaladas y soberbias a la Liguilla del Apertura 2005. Se toparon con los felinos del norte en cuartos de final, que se coló como octavo lugar.

En el duelo de ida los capitalinos se impusieron 3-1 en el Universitario. Pero en el segundo partido sufrieron una voltereta histórica en el Estadio Azteca por 4-1 para quedar marginados. Fue una tarde aciaga en Coapa, que contrastó con la gesta visitante que culminó el brasileño, Julio César con un gol agónico que silenció el Nido.

Se espera que tanto en el jueves en el ‘Volcán’, como el domingo en el Coloso de Santa Úrsula, sean duelos parejos. América llegó a la fase final como el sembrado uno y los Tigres como el segundo, sólo jerarquizados de esa manera por la diferencia de goles, pues hicieron la misma cantidad de puntos.

Las Águilas llegaron a su tercera final en año y medio. Encaran la semana más importante de su historia, justo cuando su seno está resquebrajado. El título 12 de Liga está al alcance.

Habrá que ver si sus problemas internos y el adiós de Mohamed se olvidan con el “Ódiame más” acompañado de una vuelta olímpica o si Tigres es capaz de amargar al americanismo.

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