Jürgen Klinsmann ha pasado de un esquema muy defensivo durante las primeras etapas con Estados Unidos, a uno con formaciones más extensivas. Durante sus primeros días como entrenador los aficionados hacían bromas sobre el número de defensas que empleaba, como si tratara de llenar el mediocampo esperando que algún rebote le trajera un gol. Pero conforme Klinsmann ha definido sus elecciones para aquella zona del campo, la atención se ha desviado hacia otras áreas problemáticas del equipo.
Conforme se han desarrollado las cosas, Klinsmann ha tendido a jugar con una alineación 4-2-3-1 apoyándose en Michael Bradley y avanzando desde el mediocampo con Jermaine Jones. En ese sistema, Clint Dempsey ha tendido a jugar detrás del ariete, con Graham Zusi, juntos o alternándose, abriéndose mucho.
El problema para Klismann, y para quienes tratamos de adivinar sus movimientos tácticos, es la dualidad que viene de formar equipos con distintos estilos, conforme lo dicten las temporadas de sus torneos locales. Así un mes tenemos un equipo lleno de jugadores de la MLS y la Liga mexicana, mientras que al siguiente tenemos jugadores europeos y en especial el contingente de alemano-estadounidenses.