La delegación de Corea del Norte fue oficialmente recibida hoy en la Villa Olímpica de Gangneung, donde ya ondea la bandera del país, en una ceremonia que pasó de una frialdad protocolar extrema a una alegría desbordante en pocos minutos gracias a la música de una orquesta norcoreana.

Un día antes de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de invierno de Pyeongchang 2018, la zona internacional de la Villa Olímpica comenzó desde temprano a tener un panorama poco habitual: muchos medios de prensa, fotógrafos, dirigentes deportivos y hasta voluntarios curiosos que no se querían perder el momento histórico.

Bajo un sol radiante y una temperatura más agradable que en las últimas jornadas, la ceremonia de bienvenida contó con la presencia de casi toda la delegación norcoreana, que incluye a 22 atletas y un total de 46 miembros entre oficiales y entrenadores.

"Es realmente agradable ver a todos aquí como una sola unidad", dijo el jefe de misión y viceministro de Deportes norcoreano, Won Gil Woo, a los periodistas, después de los protocolares intercambios de obsequios con el alcalde de la villa.

La ceremonia en la que se izó la bandera de Corea del Norte, algo inédito porque en Corea del Sur no está permitido exhibirla, y se tocó el himno se extendió por más tiempo del que demandó para el resto de las delegaciones.

La actuación de un grupo de danzas tradicionales y de break-dance para agasajar a cada uno de los equipos pareció no inmutar a los atletas norcoreanos, que permanecieron fríos e inmóviles en todo momento.

Sólo aplaudieron un poco cuando los bailarines surcoreanos los invitaron a sumarse a la celebración y armar una gran ronda. El gesto que en otras delegaciones motivó un desborde de alegría, pasaba casi inadvertido para los deportistas vestidos con trajes rojos intensos, con la parte superior blanca y una franja azul que separaba ambos colores.

Sin embargo, de pronto, el clima frío cambió cuando comenzó a actuar una orquesta femenina norcoreana con 80 integrantes, que empezó a tocar algunos temas musicales populares del país y vivió su momento de mayor emoción cuando interpretó la tradicional "Arirang", una canción que despierta pasiones en toda la península.

Con sus compatriotas en acción, los deportistas norcoreanos comenzaron a soltarse, a mover los brazos y los pies, e incluso a cantar. Agitaron sus manos y bailaron al compás de la música, al tiempo que sumaban a sus movimientos a los bailarines surcoreanos que habían casi que apartado un rato antes.

Durante la casi media hora que duró la presentación, las sonrisas fueron el denominador común para los deportistas, mientras fotógrafos y reporteros se agolpaban para captar las imágenes del hecho.

En la última canción, atletas, bailarines y algunos voluntarios formaron un círculo rodeando a Soohorang, la mascota oficial de los Juegos, que desde allí dirigía el "Gang-Gang-Sullae", un baile grupal tradicional.

"La performance de nuestra gente de Corea del Norte le puso calor a la atmósfera de aquí", dijo exultante Won Gil Woo. "Qué lindo es esto de ver a estas personas divertirse juntas", completó el viceministro de Deportes para cerrar el acto.

La mayoría de los deportistas norcoreanos ya estaban instalados desde la semana pasada en la Villa Olímpica de la costera ciudad de Gangneung, sede de las disciplinas de hielo.

A pesar de las tensiones entre ambos países, un acuerdo logrado a principio de año entre Seúl y Pyongyang, con mediación del Comité Olímpico Internacional, permitió la participación de los 22 deportistas norcoreanos, que ambas naciones desfilen juntas durante la ceremonia inaugural y que se conformara un equipo combinado para el hockey sobre hielo femenino.

AR

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