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hector.morales@eluniversal.com.mx
La creciente violencia en los estadios del futbol mexicana hace forzoso un análisis a fondo del tema para saber sus causas, las responsabilidades, posibles soluciones y el papel de las televisoras en le tema.
El experto José Miguel Candia, sociólogo de la UNAM en entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL asegura que los privilegios de los clubes a las distintas porras, hace a los grupos de animación más violentos en su interior.
Señala que tanto Televisa como TV Azteca manejan un discurso público de concordia, pero al mismo tiempo apoyan “por debajo del agua” a las “barras bravas”.
—¿Cuáles son los detonantes de la violencia en los estadios del futbol mexicanos?
“El fenómeno de la violencia así como su expresión particular en el medio futbolístico, es el resultado de una multiplicidad de causas que combinan factores de carácter social, económico, generacional y cultural.
“Ahora bien, ¿cuáles son los detonantes específicos? Hay por lo menos dos elementos que han generado un caldo de cultivo propicio para la violencia colectiva en los estadios: la creciente difusión de condiciones materiales de marginalidad social y política y un sentimiento de abandono y ausencia de futuro en los jóvenes.
“Recordemos que la mayoría de los que participan en acciones violentas tienen entre 18 y 30 años de edad”.
—¿Es necesario que desaparezcan las barras para que el problema de la violencia deje de existir en los estadios?
“¿Desaparecer las barras? Es como querer desaparecer el comercio ambulante en nuestra ciudad o eliminar a los vendedores que recorren el metro.
“Las barras constituyen una forma natural de asociación informal de personas que simpatizan con una divisa deportiva, su estructura y los referentes simbólicos que utilizan y les dan sentido de pertenencia, así como los actos vandálicos que protagonizan, son el producto de una relación viciada con las autoridades —tolerantes y cómplices en muchos casos– y con el deterioro general de las condiciones de vida de los sectores populares en los últimos 25 años.
—¿Cómo explicar el enfrentamiento entre integrantes de una barra del mismo equipo?
“Lo habitual era que en los estadios o en las inmediaciones de los mismos, los choques se produjeran entre barras rivales, ahora esta práctica degeneró en ciertas formas de canibalismo, la lucha por el control de los favores oficiales (regalo de boletos, transporte gratis cuando el equipo juega de visitante, reparto de playeras y gorras, etc.) potenció la lucha por el control interno de las porras, el caso más reciente y patético es el choque entre La Monumental y Ritual del Kaos, ambas seguidoras del América.
—¿Hasta dónde se tiene que llegar para poner un alto a la violencia en el futbol?
“No sabemos cuándo decidirán las autoridades poner un alto a este fenómeno social en crecimiento, tal vez esperen un hecho de sangre de cierta magnitud para aplicar correctivos enérgicos”.
—¿Qué medidas son urgentes para tener mayor control ante la violencia?
“Urge que los dueños y directivos de los clubes corten el suministro de prebendas a las porras, está visto que la entrega de beneficios materiales incrementa la agresividad de un grupo contra otro y potencia el riesgo de conflictividad en las tribunas”.
—¿Qué factores inciden para que un joven sea violento y lo exprese en los estadios?
“La juventud es el segmento de población más castigado por las políticas económicas de los últimos 30 años.
“Para una franja relevante de nuestra sociedad con edades comprendidas entre 18 y 30 años, la ausencia de un proyecto de vida amarrado a la educación y al trabajo (los famosos ninis) sólo deja un camino por recorrer, formar agrupamientos que les den sentido de pertenencia y un elemento identitario que los distinga de la sociedad que les cerró las puertas. Las porras cubren en parte, esta necesidad de ser escuchados y al mismo tiempo temidos”.
—¿Nos hemos “sudamericanizado” en el tema de la violencia en el futbol?
“Existe un peligrosa semejanza con las “barras” del futbol sudamericano, no sólo se han copiado los aspectos festivos y las liturgias de apoyo a sus equipos, también se imitan las peores formas de violencia y exclusión de los simpatizantes del adversario”.
—¿Las televisoras salen ganando con la violencia en los estadios que aleja a los aficionados al futbol?
“El papel de las televisoras, al menos de los dos corporativos que controlan la transmisión abierta de los partidos de la Liga –Televisa y TV Azteca— es “cínicamente civilizada”, como en todos los otros órdenes de su programación.
“Por un lado saturan al público con los exhortos a la concordia y por debajo del aguan solapan la entrega de boletos y distintivos a las porras más agresivas, con el fin de que no explote la violencia durante la transmisión de los partidos. Son lágrimas de cocodrilo, saben que la cobertura y el auditorio que sigue la transmisión no se modifica sustancialmente, por lo cual, el negocio está de todas formas asegurado, con o sin violencia. El público mexicano sigue siendo más un participante casero del espectáculo del futbol que un asistente comprometido con su concurrencia a los estadios”.