De la pobreza del rival, la Selección de la Copa de Oro no tiene la culpa. Si Paraguay mandó a un equipo C, D, o Z, eso es responsabilidad de Francisco Arce, entrenador de los sudamericanos, a los que les encantó ser exhibidos por una buena cantidad de dinero. Qué importa llevar a un equipo serio si lo que realmente les ocupa son los dólares.

La Selección Mexicana es la única en el mundo que puede tener el don de un jueves desilusionar a sus aficionados y al siguiente sábado volver a encenderlos y darles esperanzas de título. En el impresionante CenturyLink Field, el equipo ayer dirigido por Luis Pompilio Páez presentó una alineación que si no vienen las malditas rotaciones —aunque será otro el centro delantero tras la lesión de Alan Pulido—, debe ser la que juegue contra El Salvador en el debut de la Copa Oro, con un mediocampo bien protegido con la seguridad de Jesús Molina y Jesús Dueñas, además del talento de Orbelín Pienda para lanzar a tres delanteros jóvenes, veloces y con condiciones: Elías Hernández, Rodolfo Pizarro y Pulido, cuyo lugar podría ser ocupado por Érick Torres.

En 23 minutos, este equipo acabó con los paraguayos. Primero con un buen gol de Pizarro y después un penalti de Elías Hernández; delanteros ligeros, con velocidad y capacidad.

De nueva cuenta, un descuido de la defensa permitió acercarse a los paraguayos con gol de Antonio Bareiro. Si Pompilio (Osorio cuando llegue) no trabaja esto, pueden volver a sufrir con equipos débiles.

En la segunda mitad, quedó claro que para el torneo de la Concacaf buscan un cuadro base y ojalá así se mantengan para evitar otro papelón. Por cierto, en Seattle se volvió a gritar “eeeh, puuutooo” con el primer despeje del portero Antony Silva, aunque ahora tendrán que “convencer” a miles y no a cientos como en Rusia.

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