Cuando Chris Long anunció que donaría todos sus cheques de la temporada, acaparó la atención hasta del expresidente de Estados Unidos, Barack Obama.

El ala defensiva llegó a los Eagles de Filadelfia con un acuerdo de un millón de dólares por una campaña. Cada centavo se fue a su fundación, que brinda una mejor educación a jóvenes. Hasta el momento, la organización casi alcanza la cifra de dos millones de billetes verdes.

“Sigo muy de cerca mi fundación. No puedo estar hablando por teléfono con donantes, pero sí me gusta conducir el autobús, por así decirlo”, explica Long, quien enfrentará este domingo a su exequipo, los Patriots de Nueva Inglaterra, en el Super Bowl LII.

Al principio de la campaña, la segunda selección global del Draft de 2008 decidió que los primeros seis cheques irían a becas para que jóvenes de Virgina, donde estudió la universidad, tengan una educación privada. “Después, los últimos 10 se entregaron a un grupo mayor para una mejor educación pública, como programas suplementarios en las escuelas públicas de ciudades donde jugué [San Luis, Boston y Filadelfia]”, comenta.

Long admite que ha sido muy afortunado por jugar en la NFL una década y que ganar mucho dinero abre oportunidades de todo tipo: “Siempre queremos ayudar de una forma a nuestro país; entonces, utilicé mi plataforma como atleta para apoyar la educación”.

Al campeón del Super Bowl LI no le gusta llamar la atención o ser un ejemplo. Asegura que él no es especial por donar su salario, porque no es el primero en hacerlo, pero que si sus acciones motivan a alguien más, como a los aficionados, habrá sido para un bien común.

Long no regaló su dinero porque se vea reflejado en los que no tienen los recursos necesarios. Al contrario, tuvo una gran infancia. Su padre, Howie, fue una estrella como ala defensiva con los Raiders en la década de los 80 y en el título del Super Bowl XVIII (vs. Redskins). Chris tiene instinto filantrópico.

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