Qué rareza en el cine contemporáneo es la obra de Jordan Peele, actor, productor, guionista, y sobre todo, director vanguardista gracias a su primer largometraje, ¡Huye! (2017). Ahora confirma, en su segundo filme, Nosotros (2019), su vocación por lo inquietante y por tener la sabiduría de manipular cualquier regla del terror.

¡Huye! exploró el racismo y sus raíces más oscuras, Nosotros transforma aquella línea de filosofía existencialista, tan citada, de Jean-Paul Sartre: “El infierno son los demás”, en “A puerta cerrada”. Vaya que lo evidencia en esta compleja historia sobre la dualidad humana, a la que agrega un escalofriante tinte religioso, místico, de profecía semiapocalíptica.

La propuesta inicial es la crónica de unas convencionales vacaciones familiares. Esto rápido se descompone para volverse pesadilla. La familia, integrada por Adelaide (Lupita Nyong’o: de mirada intensa y sensible en actuación fuera de serie llena de matices; provoca en el espectador preguntas como qué esconde, qué teme, qué hará a continuación); su esposo Gabe (Winston Duke, transmitiendo ligereza y humor para tolerar el espanto); y sus hijos Zora y Jason (Shahadi Wright & Evan Alex, excepcionales encarnaciones de una dualidad racional/irracional), descubre cuán horripilante es la existencia de seres diabólicos idénticos a ellos acosándolos en plan de matar o morir.

La parte religiosa es presentada a través de sutiles referencias percibidas al pasar. Destacando el versículo 11:11 del libro del profeta Jeremías: “Esto dijo el Señor: ‘Contemplad cómo les traeré una catástrofe, de la cual no podrán escapar; y aunque me llorarán, no los atenderé’ ”. Detalles similares le dan mayor sustancia a la historia; la vuelven devastadora metáfora sobre el mundo actual.

Todos los detalles son valiosos: el pasado de Adelaide, y la relación con sus amigos, los Tyler (Elizabeth Moss & Tim Heidecker), padres de gemelas; la tranquilidad de la vida en ocio frente a la amenaza de inimaginables monstruosidades; el sueño —en este caso el cacareado, ya podrido “sueño americano”—, o la realidad cotidiana hundida en crisis que estalla al sumar elementos pacientemente sembrados por Peele en las escenas. La peculiaridad del planteamiento sugiere que será imposible el escape. Ni rezando. Porque tal vez Dios sí nos abandonó en la Tierra.

Aunque habría una liberación en lo más primitivo del alma humana: la violencia.

Peele, quien hace poco produjo y presentó una nueva versión de la serie de televisión clásica Dimensión desconocida, convierte a Nosotros en episodio adulto de la misma. Tal vez el más cruel y brutal. No tanto por el gráfico uso de la fuerza sino por el concepto de angustia y pánico que interpretan los actores, a la cabeza Lupita Nyong’o convirtiendo su rostro lleno de maternal ternura en uno desfigurado por el miedo. O la locura.

Peele entrega, sin duda, una de las mejores películas de horror recientes, debido a su sólido argumento e inspirado manejo cinematográfico: cada plano enfocado con precisión para ahogar a los protagonistas en mar de desconcierto; la tenebrosa música de Michael Abels; la fotografía que eriza la piel de Mike Gioulakis; la puesta en escena que revela una delirante lectura política o una enfermiza fábula: la primera sobre qué pasa al dividirse las sociedades de nuestro tiempo; la segunda sobre por qué la falta de respeto y calidad humana destruyen los valores tradicionales del contrato social. Con sencillez y eficacia Peele hace un filme genial.

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