El primer acercamiento que tuvo María Novaro con el mundo cinematográfico fue en los años 70, cuando participó en el Colectivo Cine Mujer para la realización de documentales feministas, lo que marcó el inicio de una pasión eterna por el séptimo arte. Ya en los años 80 decidió estudiar en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), donde claramente recuerda que vivió los mejores años de su vida.

La cineasta, conocida internacionalmente por largometrajes como Lola y Danzón, actualmente hace un recorrido por distintos países para presentar su primera película dirigida para niños: Tesoros, que fue grabada en 2015 en la comunidad de Barra de Potosí, en Guerrero.

La historia retrata a tres niños de la ciudad que llegan a vivir a Barra de Potosí, donde los increíbles paisajes y las aventuras piratas de los niños, sumergen a los espectadores en un mundo lleno de fantasía y por supuesto, en una reflexión sobre la protección de animales marinos.

Tesoros fue presentada en la Cineteca Rosalío Solano, ante padres de familia y pequeños, quienes aplaudieron el filme. Durante la proyección se contó con la presencia de la cineasta y productora María Novaro, así como de la productora Pamela Guinea, quienes platicaron en exclusiva con EL UNIVERSAL Querétaro.

¿Cuál es la historia detrás de Tesoros?

—María: Es una película que empecé a idear con ganas de hacer una cinta para mis nietos, ellos sabían que hago cine pero quería que lo supieran realmente, que tuvieran de primera mano qué es a lo que se dedica su abuela y cómo se hacen las películas. Empecé a pensarla y a planearla con ellos, sobre todo con Dylan, pero en realidad los tres nietos aportaban, escribiendo el guión y desarrollando la historia, conocí a Pamela que tiene dos niñas, y comenzamos a pensar cómo íbamos a hacer esta película familiar. La idea siempre fue tener un guión muy flexible, con una historia sólida y una intención muy clara de mi parte, pero se hicieron algunos cambios según lo que sucediera con los niños, como fuéramos jugando, y fue así, sí tú ves el guión original, no es tan idéntico a la película, pero era la idea, que fuera un poco abierto.

¿Dónde se estrenó la película?

—María: En la ciudad de Berlín, fue seleccionada en febrero para el Festival de Berlín y ha hecho un recorrido muy amplio, algunos de cine para niños y otros que no son para niños, efectivamente se empezó a ver que la película no era exclusivamente para niños porque los adultos la disfrutan mucho, es una película muy abierta. Ahora se va a China y venimos de un festival de París, y antes estuvo en Sao Paulo y Valdivia, Chile.

¿Cuál ha sido la aceptación entre otros países y México?

—María: Sacó conclusiones muy similares. En algunos países como Alemania e Italia la ha doblaron para que fuera más accesible a los niños. En otros lados han sido con subtítulos, hay diferentes fórmulas. En Berlín era pleno invierno y los niños entraban con sus bufandas y gorras, y se preguntaban si México era así todo el tiempo y querían venirse para acá, pero aquí en Querétaro también decía una chiquita “Yo quiero vivir así”, en realidad no es tan diferente cómo funciona en todos lados. Creo que cumple el cometido de ver a la gente feliz y sí ayuda a la reflexión de cómo reencaminamos la vida; abre reflexiones de cómo planear el futuro y también sale a colación la cuestión ecológica de la biodiversidad en México.

¿Cuál fue la complejidad al trabajar con niños?

—María: La complejidad fue garantizar la seguridad, ya que es un lugar difícil, como muchos lugares en México, es un país inseguro para filmar y Pamela hizo cosas heroicas para garantizar la seguridad de los que participamos en la película. Por otro lado, todo el equipo tenía que entender que el proyecto era a favor de los niños porque de repente hay gente profesional, pero que piensa que se tiene que trabajar cierto número de horas y que los niños deberían haber ensayado y eso fue una dificultad en el rodaje que se pudo resolver. Todos eran valiosísimos profesionales y entraron en el tipo de rodaje que estábamos proponiendo, porque ese era el valor principal, que los niños se sintieran libres y llevar la historia tal cual como quedó, a mí es lo que más orgullo me da de la película, los niños tienen un grado de espontaneidad y de dominio de la propia narrativa, fue una proeza de los que trabajamos.

—Pamela: Cuando grabamos, estaba muy reciente lo de Ayotzinapa, pero la misma comunidad nos cuidó y nos orientaba, nunca nos asustaron para no ir y filmar el proyecto, al contrario, nos decían que fuéramos y nos abrieron las puertas, estaba reciente y estábamos preocupadas, pero todo fluyó muy bien.

¿Personalmente qué les deja este proyecto?

—Pamela: A mí un crecimiento muy grande y otra forma de ver el cine a como lo veía anteriormente, al lado de una maestra increíble. Obviamente con tropiezos, pero me abrió el mundo completamente.

—María: Una satisfacción increíble y un vínculo con mis nietos para toda la vida. Gané muchos nietos, todos los niños en el rodaje me decían así, yo regreso a Barra de Potosí y todos me dicen abu, y yo feliz, los quiero muchísimo. La comunidad nos trata con cariño y gané muchas amistades. Sinceramente cada que la proyecto en distintas partes, hay una conexión muy padre con la gente y no puedo pedirle más a lo que hice, conectamos muy gratamente con la gente.

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